Frente al saqueo y la represión ¿Solidaridad o complicidad?

para subte

Los últimos acontecimientos vividos en el país evidencian una aceleración de la ofensiva estatal-patronal para aplastar a quien se le ocurra alzar la voz, pero no solo.


Se trata de una batalla de intereses que no se limita al plano del saqueo cotidiano de nuestras condiciones materiales de existencia, vía ajustes, tarifazos, despidos, reforma laboral y precarización. Se trata de imponer un imaginario de vida burgués, que implica convencer a un sector de la sociedad –cualquiera sea su clase social de procedencia– de que está bien aceptar el saqueo, en pos del “crecimiento de la economía” y de que “lleguen inversiones para mejorar los servicios”. De hacernos creer que llegar a fin de mes puede ser un objetivo alcanzable solo para quienes se disciplinen a la dictadura del “esfuerzo individual”, a la aceptación de la explotación más descarnada, de la inestabilidad laboral y de la soledad más despiadada.


Ese 10% de inmorales dueños de todo, se sirven de gobiernos, leyes, periodistas, jueces y fuerzas represivas que, haciendo parte de sus sucios negocios, protegen sus intereses. Pero como son aves de rapiña no se conforman con ello y se dirigen a conquistar las conciencias del 90% restante. Encuentran eco en cada trabajador que se cree con derecho, en nombre de su “interés individual”, a agredir verbal o físicamente a un metrodelegado por reclamar paritarias. Se reproducen en cada “profesional” de clase media que se dedica a “observar” pasivamente o, a lo sumo, filmar morbosamente cómo la policía de la ciudad somete a verdaderas cacerías a nuestros hermanos senagales, robando su mercadería, pegándoles con saña e impidiendo que reciban asistencia, al grito de “negros roñosos, vuélvanse a su país”. Y buscan plasmar toda esta inmundicia en el plano de la “cultura”, porque precisan convencernos de que la educación es un “gasto” del que se puede prescindir vía privatización y/o cierres de 29 institutos terciarios, un verdadero ataque a la vocación por enseñar y aprender que expresan tantos jóvenes.


Sus lógicas son bélico-políticas y totalitarias y no aceptan discusión: preguntémosle a los compañeros del subte detenidos en estos días, a los inmigrantes, a las mujeres sometidas a la trata o a las distintas formas de violencia que ampara el Estado patriarcal, a los jóvenes de los barrios populares víctimas de la inseguridad del gatillo fácil.


Te proponemos recorrer juntos un camino de afirmación sustractiva. De agruparnos en función de la dignidad humana, de la libertad de cada uno que se conjuga –y no compite ni se enfrenta– con la libertad de los otros, de solidaridad directa, recíproca y sin fronteras, de convivencia pacífica entre las personas de bien. Pero para esto no puede haber atajos.


¡No podemos seguir dando prioridad a ganar espacios en sus pútridas instituciones! Inventemos las nuestras, con el mismo espíritu independiente con que hace más de dos décadas los trabajadores del subte han dado vida y legitimidad a su sindicato, hasta hoy.



Unámonos desde abajo en función de estos valores. ¡Construyamos Comités antirrepresivos y antirracistas para enfrentar la violencia patronal-estatal!


Somos una humanidad común y diferente. La solidaridad sin fronteras debe unirnos, no separarnos. ¡Basta de racismo institucional y “popular”!


Por la independencia del Estado, de las lógicas patronales y de las burocracias sindicales. ¡Por nuevos organismos de lucha, de convivencia y cooperación para reconstruir una perspectiva autoemancipatoria!   


 

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