El
coronavirus llegó también a Israel y a Cisjordania. Motivó muchas protestas el
reciente decreto gubernamental, que otorga un rol central a los servicios de
inteligencia del ejército para frenar la propagación. De hecho, la tristemente
célebre Unidad Militar 8200 ahora puede controlar las 24 horas del día los
traslados de las personas aunque solo sea por ser sospechosas de estar
infectadas. Una pésima noticia para los ciudadanos israelíes pero nada nuevo
para la población palestina, que siempre estuvo sometida a ese mismo trato. Si
la epidemia es una grave amenaza en todas partes, para Gaza –donde por ahora no
se registran casos de contagio– sería una catástrofe. En la Franja viven cerca
de dos millones de personas (es el área de mayor densidad de población en el
mundo) que en inmensa medida dependen, para sus exigencias de vida más
elementales, de la ayuda internacional. De hecho sus fronteras son patrulladas
y están bajo control de Israel y de Egipto desde hace catorce años, período de
tiempo durante el cual Israel descargó repetidamente su furia sobre el
territorio, llevando la muerte y destruyendo sistemáticamente casas,
infraestructura, escuelas y hospitales. El gobierno israelí controla todo lo
que entra en Gaza, desde los productos alimentarios más comunes hasta el
oxígeno. En la Franja ya no queda prácticamente ni siquiera el espacio físico
para aislar a los contagiados. Gaza necesita de ayuda inmediata antes de que
Israel haga posible la enésima tragedia para el pueblo palestino.
Giovanni Marino
23-03-20
Publicado
en La Comune online