Defender la salud contra la sed de ganancias de los poderosos


En estos días de incertidumbre general parece ganar terreno el debate “economía vs. salud”. En ocasiones es un debate motorizado desde los grandes medios por aquellos interesados en activar los “resortes de la economía” para seguir acumulando, o bien por el gobierno para presentarse mentirosamente como defensor de la salud. Otra cosa muy distinta son las legítimas preocupaciones que muchos tenemos, sobre todo los millones que viven del trabajo informal. 

La verdad es que todos los Estados son los defensores, garantes y principales intérpretes del dominio de las minorías opresoras y explotadoras sobre las amplias mayorías. Esta lógica propietaria, egoísta e inhumana de la burguesía también se pone de manifiesto en tiempos del coronavirus. La mayoría de los gobiernos del mundo han priorizado la marcha de la salvaje economía capitalista y se mueven según lo que dictan las Bolsas, con funestas consecuencias. Sabemos que quienes están más expuestos son las franjas hundidas en la pobreza, ya sea por la falta de condiciones sanitarias, por la necesidad de infringir obligadamente el “distanciamiento social” para ganarse el sustento o por el estado calamitoso de los sistemas públicos de salud. Solo para hablar de la Argentina, las personas mayores -justamente la principal población de riesgo- deben exponerse a largas colas y al riesgo de contagio para cobrar sus jubilaciones. La situación de emergencia sanitaria es aprovechada por funcionarios corruptos y empresarios mezquinos para hacerse de buenas sumas de dinero a través del sobreprecio del aceite y los fideos, al mismo tiempo que millones de personas estaban siendo notificadas de que no gozarán del ya de por sí magro ingreso de emergencia de $10.000. La de la cuarentena general es una medida razonable y útil, lo hemos dicho desde el principio, pero estas expresiones sin ser por ahora tan dramáticas como las que podemos ver en otros países– muestran a las claras el carácter obsoleto y dañino de las instituciones sistémicas, a las que no les podemos confiar nuestra salud.

Podemos aprender a unir aquello que la burguesía separa en función de su propio beneficio. Las necesidades biológicas son inseparables de las necesidades materiales (también sociales, culturales y concienciales). Podemos inspirarnos en el género femenino que, tendencialmente, vive una unión más armónica entre economía y salud. Las mujeres piensan los recursos materiales incluso cuando son muy escasos– en función de sustentar mejor el cuidado y el crecimiento de los más chicos.

Resguardarse del frío del próximo invierno remite a la necesidad material de vestirse adecuadamente; elevar las defensas del cuerpo precisa alimentarse bien y de manera variada; contar con un hogar limpio y seguro es fundamental para el cuidado de las personas que lo habitan. “Economía vs salud” es un dilema de la burguesía, que somete al sufrimiento a millones de personas. En la vida concreta de las personas, el cuidado de nuestro cuerpo es también, inseparablemente, cuidar las condiciones materiales de la existencia.


I.R. y A.G.