Las poblaciones
de numerosos países del noreste de África están bajo la amenaza y los efectos
de la más grande y devastadora invasión de langostas de las últimas décadas.
Doscientos mil hectáreas de cultivo ya fueron destruidas y millones de personas
–sobre todo las más
pobres– corren el
riesgo de pasar por una carestía terrible, especialmente en Etiopía. Las
razones de este fenómeno residen en la extrema situación climática acontecida
los últimos meses en regiones de África donde se verificaron anormales lluvias
e inundaciones. Esto es producto de los cambios climáticos en curso ocasionados
por la intervención humana, en particular las enormes emisiones de gases de
efecto invernadero en la atmósfera. De esta forma, la abundancia de agua y las
temperaturas favorecieron la proliferación de este insecto, capaz de devorar
grandes cantidades de vegetales y de viajar en
enjambres de millones de ejemplares por centenares de kilómetros. Esta
dramática emergencia humanitaria en curso se agrega a la amenaza de extensión
del contagio de Covid-19 que pesa sobre el continente africano. Es una llamada
de atención que puede contribuir a hacernos entender que las emergencias como
esta o la del Covid-19 no tienen solamente orígenes naturales sino que son
ocasionadas por responsabilidades humanas precisas, en primer lugar de los
Estados y de los poderes económicos y militares que ejercen violencia contra la
naturaleza y alteran de manera irresponsable los ciclos y los ecosistemas
naturales.
Piero Neri | 23 de abril de 2020