Está sucediendo en diversas partes del mundo durante la
pandemia. Miles personas se brindan para ayudar a quienes más lo necesitan. En
Italia ocho mil médicos se ofrecieron como voluntarios en las zonas “rojas” de
la epidemia (el gobierno había pedido 300); en el Estado español el personal
sanitario fabrica con la ayuda de amigos y familiares sus propios instrumentos
de protección para poder seguir atendiendo a los enfermos; en la Ciudad de
Buenos Aires, en una semana se inscribieron 25.000 voluntarios a una
convocatoria del gobierno porteño para asistir a adultos mayores que se
encuentran sin ayuda.
Son cientos de miles que eligen vivir la emergencia no
solo como víctimas, sino como protagonistas de solidaridad. Gestos, por lo
general ocultos entre la avalancha de noticias orientadas a generar
desconfianza en y entre las personas comunes, que son indicativos de una
intuición fuerte que brota de la propia intimidad: ayudar a los otros es
ayudarse a uno mismo y es ayudarnos como humanidad. Aspecto no solo a
constatar, sino a pensar y elegir.
M.C.
31-03-20