Son conocidos los casos de médicas/os y enfermeras/os que
fueron intimidados por sus vecinos de edificio, acusándolos de “llevar el
virus” a sus hogares y prohibiéndoles el uso de los espacios comunes, ascensores,
tocar picaportes, etc.
No son gestos mayoritarios, pero son preocupantes.
Indican que hay sectores de la sociedad que se comprometen como siervos del
Estado, destilando desde abajo desconfianza y enemistad, en primer lugar contra
quienes cada día se juegan la propia salud animados fundamentalmente por su
propia vocación de ayudar y curar. Las y los médicos, las y los enfermeros, el
personal de limpieza… todas y todos ellos se merecen y necesitan nuestra máxima
atención y solidaridad. Apoyándolos nos apoyamos a nosotros mismos,
fortalecemos el organismo humano del que somos parte (aun si muchos lo niegan o
lo olvidan). Hay quienes lo intuyen y lo expresan mediante los aplausos de cada
noche, o como la propietaria de un departamento de Bahía Blanca, que eximió del
pago del alquiler por dos meses a su inquilina por ser enfermera.
M.C.
09-04-20