80 respiradores y 200 plazas disponibles (40 en
los hospitales públicos) de cara a 44 millones de habitantes: son números que pueden
dar una idea del peligro extremo que amenaza a la población sudanesa en caso de
que se difunda el coronavirus en el país. Devastada por el régimen de Al
Bashir, que dedicaba el 90% de sus recursos al gasto militar, la salud pública
no está ni remotamente en condiciones de garantizar cuidados y protección a la
gente común que, en la gran mayoría de los casos, no cuenta con los medios para
acceder a las clínicas privadas. Para contribuir a la prevención del virus
tomaron la iniciativa los comités de resistencia, red de organismos de base que
han impulsado la lucha (primero contra la dictadura de Al Bashir, luego contra
la junta militar) y ahora se están haciendo cargo de tareas de ayuda mutua y
reconstrucción en los barrios. Con el alcohol que previamente se utilizaba para
hacer bebidas producen detergentes, cosieron mascarillas y distribuyeron estos
materiales en los barrios, ante todo entre muchos jóvenes que viven en la
calle, desplegando además una campaña de información sobre el peligro del virus
y cómo defenderse. En el país, afortunadamente poco afectado hasta el momento,
existe una fuerte subestimación del problema, y la justa desconfianza hacia
instituciones responsables de crímenes horrendos, junto a las condiciones de
vida tan precarias para muchos, hace que la “cuarentena” y las medidas de
“distanciamiento social” a menudo no sean respetadas.
Giovanni Pacini – 20 de abril de 2020