Alerta: la represión en aumento


Se van acumulando los casos de violencia policial en el país, algunos de ellos gravísimos, como los supuestos suicidios en las comisarías de San Luis, el fusilamiento policial de Luis Espinoza en Tucumán y el feroz ataque a una comunidad Qom en Chaco. Justo en momentos en que la violencia racista de la policía norteamericana conmociona y moviliza.
Todos los Estados, también los comandados por regímenes democráticos, son criminales y violentos, racistas y patriarcales, y ponen la vida en riesgo a diario, como tanto se nota en su actual fase de decadencia y en diversos ejemplos frente a la situación de pandemia que atravesamos. Es cierto que este período facilita un incremento del monitoreo y control estatal sobre las poblaciones, que siempre es represivo y asfixiante. El Estado argentino tiene una larga y cruenta historia represiva, desde su misma fundación. Los cambios de régimen han siempre mantenido ese hilo de continuidad, si bien con diversa intensidad. Hoy esta característica se está agravando, sin prisa pero sin pausa: el ministro de Defensa Rossi se vanagloria porque hay un despliegue de las Fuerzas Armadas que no se veía desde la guerra de Malvinas. Todo esto repercute en estos crímenes como así también en el ensayo de militarizar barrios populares enteros, como en Villa Azul. No sorprende, por otro lado, que esta tendencia sea capitaneada por el peronismo, fuerza con orígenes castrenses e históricamente cultora de poner orden en la sociedad.
Ante tales peligros resulta particularmente indignante el silencio atronador de los organismos de derechos humanos y de los medios de comunicación afines al kirchnerismo. Macri, Patricia Bullrich y toda esa banda fueron responsables de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, además de difundir un discurso favorable al gatillo fácil con la “doctrina Chocobar”. Pero el hecho de que Alberto Fernández no diga nada de esto ni de los otros cientos de casos que se acumulan en sus numerosas conferencias de prensa, ¿no significa luz verde a las fuerzas represivas para que sigan haciendo lo mismo? ¿Por qué el gobierno no denuncia a Manzur, Capitanich y otros figurones? ¡Basta de hipocresías y mentiras! Lo podemos ver cada quince días por televisión con el “triunvirato” de Alberto, Kicillof y Larreta: el ansia de orden, control y represión unifica a todos.
Es muy importante el rol de denuncia que efectúa Correpi y otros organismos de derechos humanos. Es parte indispensable de un compromiso por la verdad y la justicia, contra las mentiras y los encubrimientos de los gobiernos y los medios de comunicación a sueldo. Al mismo tiempo, no es bueno generar ilusiones falsas: la situación no se solucionará con auditorías o comisiones parlamentarias. La izquierda, incluyendo el FIT, hace bien en denunciar y pedir explicaciones y nos sumamos a ese intento, pero se obstina en buscar la solución en la gestión estatal, cuando los Estados se están revelando íntimamente violentos y asesinos. Es una postura que puede generar confusión entre la gente de bien, además de muchas desilusiones. Algo que también resulta válido para los desafíos que tienen ante sí los manifestantes antirracistas de EE.UU. Es hora de sacar conclusiones y echar algo de luz, atacando la tan extendida lógica de delegación en un Estado paternalista y caudillista.
La afirmación y defensa de la vida puede provenir de un obrar directo y consciente de la gente común. Un obrar sostenido en los mejores recursos humanos a disposición, elegidos y orientados en pos de la solidaridad antirrepresiva y antirracista, el cuidado recíproco y la ayuda mutua. Se trata de un compromiso por una nueva convivencia humana por el bien de todas y todos, en defensa de nuestra común humanidad, siempre diferente. Se trata de una búsqueda que debe hacer frente en primer lugar a la violencia de arriba, pero también a la disgregación violenta que muchas veces circula por abajo. Un intento que, para desarrollarse, necesita de la contribución de ámbitos solidarios antirrepresivos y antirracistas, por los que nos comprometemos cada día, completamente independientes de los Estados y sus instituciones.

Ignacio Ríos
10-06-20