Entre las ruinas
de una Idlib bajo asedió todavía se mantiene en pie un pedazo de pared: es
suficiente para acoger la denuncia de un nuevo y despiadado homicidio racista
realizado por un policía blanco en la otra parte del mundo, en EE.UU. Años de
guerra, de luchas y de éxodos no impiden a dos jóvenes dar voz, vida y color a
la revolución siria, a su mensaje prístino de dignidad y libertad dirigido a
todo el mundo.
Publicado en La Comune Online Italia