El miércoles pasado, Jorge Piriz Umpiérrez fue
atropellado por un camión mientras entregaba con su bicicleta un pedido en
Caballito. Un triste caso que se suma al de Franco Almaraz y Miguel Machuca, la
quinta muerte de empleados de aplicaciones virtuales desde que comenzó la
cuarentena. Rappi y Glovo, entre otras, son empresas que el gobierno cataloga
como esenciales mientras mantiene un cínico silencio (como en otros casos) sobre
las condiciones de extrema precariedad que imponen a los trabajadores, en
general jóvenes o inmigrantes. Ellos no tienen ART, cobertura médica o
elementos de higiene bajo esta pandemia, los pagos son insignificantes, lo que
obliga a tener más de un trabajo, y les exigen tiempos veloces de entrega bajo
amenaza de despidos. Es que la burguesía existe para poseer, para acumular,
para producir. La vida y la libertad de las personas están supeditadas –o hasta
negadas– en función de la afirmación de su dominio. Frente al desentendimiento
de las patronales y el gobierno, crece el protagonismo de sectores de
trabajadores que se unen solidariamente intentando defender su vida y su
dignidad contra esta situación inhumana. Y a través de paros y movilizaciones,
donde exigen justicia “para Jorge, Franco o Miguel y todos los trabajadores que
se llevó la precarización”, siguen denunciando las pésimas condiciones
laborales. Defender sus vidas es importante para la vida de todas/os. Por eso
queremos expresarles nuestra más cálida cercanía y solidaridad.
Cristina Gabelloni
22/06/20