Por Fabio Beltrame.
No
cesa la tensión en Jerusalén Oriental y en el barrio de Sheij Jarrah, desde
comienzos del mes escenario de protestas de los habitantes palestinos y de una
dura represión por parte de la policía israelí que se suma a las agresiones y
la violencia de los colonos. Hace por lo menos cinco años que Jerusalén Este
(recordemos que es territorio ocupado desde 1967) no presenciaba
manifestaciones de protesta de esta intensidad. Todo comenzó a causa de una
larga batalla legal sobre la propiedad de las tierras y las casas habitadas por
familias palestinas prófugas expulsadas de Haifa y Jaffa en los años 70. El
suburbio de Sheij Jarrah no es un lugar cualquiera. Desde 1967 es un objetivo
de los colonos religiosos israelíes que reivindican su carácter sagrado (debido
a la presencia de la tumba de Simón “el Justo”, rabino del siglo IV a.C.) y,
por esa razón, el derecho sobre las tierras y las viviendas. Una vez más, el
objetivo es una auténtica limpieza étnica como sucedió en tantos otros lugares
de la Palestina histórica y en gran parte de Jerusalén. En esta oportunidad, en
la mira israelí y de los colonos hay cuarenta palestinos (10 niños entre ellos)
que estaban esperando la “salomónica” decisión de la Corte Suprema de Israel:
sin embargo, el paradigmático cinismo de la “justicia” israelí invitó a las
partes a llegar a un acuerdo y aplazó las audiencias. Desde la sentencia, miles
de personas se manifiestan todas las tardes, también en las cercanías de la
Explanada de las Mezquitas en pleno corazón de Jerusalén, no muy lejos del
barrio, y puntualmente llueven sobre ellas gases lacrimógenos y ráfagas de
balas de plomo y goma, con un balance de más de 200 heridos y dos víctimas: un
joven palestino de 18 años y un hombre acuchillado por colonos mientras
regresaba del trabajo. Las familias amenazadas de expulsión denuncian
irrupciones violentas en sus casas, a los palazos y con gases lacrimógenos,
incluso al interior de las piezas de los chicos. Irrupciones que, en gran
medida, fueron rechazadas gracias a la movilización de toda la población del
barrio, mientras que desde las capitales europeas y EE.UU. se suceden los
hipócritas llamados a la “moderación” y la “conciliación”.
09/05/21