Luego del cachetazo recibido por el Frente
de Todos en las elecciones del 12 de septiembre, se ha hecho evidente una
crisis a su interior, con elementos de implosión, de la que es difícil
preanunciar sus consecuencias.
El hecho de que cinco ministros y dos
altas funcionarias del gobierno –todos personajes de dudosa idoneidad para el
desempeño de sus funciones, pero de probada lealtad a la vicepresidenta
Cristina Fernández– hayan puesto su renuncia a disposición del presidente no
nos parece, en sí mismo, relevante. Tampoco el hecho de que un conjunto de
intendentes, gobernadores, la CGT, el Movimiento Evita y Barrios de Pie se
hayan alineado a Alberto Fernández para “defender la institucionalidad
presidencial”. Creemos que es urgente abrir una reflexión sobre el estado de
salud de la democracia así como de si es posible elegir puntos de vista
alternativos para un mejoramiento en la convivencia humana.
En un país en el que la pandemia viene
golpeando muy duro –así y todo atemperada en sus efectos gracias a las vacunas
y la extraordinaria demostración de humanidad de unas decenas de miles de
trabajadoras/es de la salud–, la inflación ronda el 50% anual y se ha disparado
el desempleo, el cierre de comercios e industrias. Al autoproclamado “gobierno del
hacer cosas concretas” no le ha alcanzado esta vez con esa sumatoria de
retórica caudillista + reparto de las cada vez más escuálidas migajas para
ganar una elección. La explicación de esto no puede ser solo económica: la ambición
voraz de los poderosos de la política y del empresariado está en relación
directa a su nivel de inmoralidad. Y como la mezquindad y la rapiña están en el
código genético de toda burguesía, aquella del “primer mundo” exige, para dar
algo de crédito a un país periférico y dependiente como el nuestro, pagarle al
FMI la deuda que dejaron liberales y populistas en el pasado inmediato. Las
consecuencias las pagamos, como siempre, los últimos.
Lo cierto es que, a la hora de imaginar
alternativas positivas para la gente común, podría ser de utilidad formularnos
algunas preguntas, por ejemplo: ¿cuál es la razón por la que el único frente
que se presentaba como unido y sin internas en las PASO (nada menos que siendo el
propio oficialismo) haya saltado por los aires en menos de 72 horas? ¿Solo se
explica por la megalomanía de una multimillonaria y audaz expresidenta y de su cohorte
de epígonos? ¿No habrá algo propio de la política democrática que la hace cada
vez más portadora de desunión y enfrentamientos por el poder (lógica bélica) y
por esto más frágil, volátil e incapaz de gobernar a una población bien
predispuesta a hacerse gobernar (al menos por ahora)? ¿Por qué están
renunciando Wado de Pedro y Cabandié? ¿Por la podredumbre moral de un aparato
peronista cada vez más hostil y extraño a los intereses populares? ¿O se trata
de uno de los típicos golpes de efecto para dar “algo de qué hablar”, para
intentar compensar el vacío ideal y ético que connota a toda política y en el
que busca involucrar al conjunto de la sociedad? ¿Le genera preocupación a la
coalición de gobierno el importante avance electoral de la derecha reaccionaria?
¿Qué mejor expresión de instrumentalidad
política que las nuevas medidas electoralistas que se vienen, como la aparente
suba del salario mínimo del 10%, el pago de un bono por única vez a jubilados o
la restitución del IFE 4 para los sectores más vulnerables? ¿A eso le llaman
“haber escuchado el mensaje de las urnas”? ¿O se trata de la enésima, sorda y
desesperada maniobra de quién no se resigna a perder el poder y con él el
manejo de una caja hipermillonaria? ¿No será que el contenido crecientemente
beligerante de la política democrática se asienta sobre ráfagas de emotividad
que la hacen aún más superficial y un obstáculo a la reflexión?
Nosotras y nosotros de Comuna Socialista
hemos llamado a las personas de bien a construir una perspectiva de valores, de
protagonismo independiente y solidario y a rechazar el circo electoral. A
defender la libertad positiva como libertad de ser mejores con y por los otros
y no la libertad de oprimir, como proponen todas las formaciones de derecha, en
especial el misógino reaccionario de Milei. Lejos de estar preocupados por el
abstencionismo histórico que se ha verificado en las PASO, nos proponemos ir al
encuentro de las personas voluntariosas entre las que no han ido a votar o lo
han hecho en blanco. Nosotros, al contrario de la izquierda política dominada
que habla de “unidad para ser tercera fuerza” (y que quiere sacar su tajada de
este río revuelto en las legislativas de noviembre), continuaremos dialogando
con aquellas para alentar la confianza en sí mismas, en su generosidad y
altruismo y en el de los otros, y no en las decadentes instituciones
dominantes. Porque si promovemos razones de unión verdadera, directa y desde
abajo, podremos ahora sí descubrir el bien de renunciar a los desvalores y a las
miserables prácticas de los poderosos.
16/09/2021