Todos enfrentados

La renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista en la Cámara de Diputados es una ulterior y grave expresión de la profunda crisis de gobernabilidad del Frente de Todos. Una vez más, la mentada “unidad política” demuestra su verdadera naturaleza: es un disfraz, momentáneo e instrumental, para conquistar o conservar porciones de poder institucional. Se resquebrajan antiguas alianzas por mínimas diferencias. El descontrol del dominio burgués tiene ribetes absurdos, porque los mismos personajes toman decisiones que contradicen, a veces, en el transcurso de pocas semanas. Sin ir más lejos, Máximo Kirchner fue el principal defensor del Presupuesto 2022 –finalmente no votado– en el cual ya estaban contemplados los lineamientos generales que luego se pactaron con el FMI. También apoyó sin condiciones el acuerdo con los acreedores privados firmado en términos prácticamente iguales a los requeridos por el Fondo Monetario. Las razones de su renuncia expresan un indicio de sensatez al querer conciliar su pensamiento político con algún tipo de convicción moral, denunciando en parte la voracidad e inhumanidad del capital financiero internacional. Pero, en el fondo, son cuestiones relativas a la “gestión” de la deuda la que, de cualquier manera, caerá sobre las espaldas de la gente más vulnerable. La oposición de Juntos por el Cambio está igualmente desorientada. No pueden, por ahora, ponerse de acuerdo en cómo afrontar el préstamo que ellos mismos generaron. La UCR y la Coalición Cívica estarían dispuestos a apoyar al gobierno, pero no así el PRO. Por otro lado, la izquierda parlamentaria (FIT-Unidad), con la que compartimos la exigencia de no pagar la deuda infame, es sin embargo cada vez más interna a las trampas democráticas denunciando su carácter “ilegal”, defendiendo la “constitucionalidad” de sus propuestas y erigiéndose como la defensora de la “soberanía nacional”. Nada bueno puede venir de los estatutos democráticos ni de sus decadentes instituciones, porque son quienes promueven y garantizan semejante debacle.

Ana Gilly

Publicado en Comuna Socialista Nº 67, febrero 2022