Esta
vez fue en una escuela primaria. Son 21 muertos, de los cuales 19 eran niños.
Asesinados por un estudiante secundario de 18 años. Es la enésima matanza
provocada por la venta de armas en los EEUU, donde solamente este año ya hubo
más de 200 tiroteos. Todos los Estados se fundan en la guerra y la
asesinabilidad impregna las sociedades estatales en que vivimos. Esto es
particularmente evidente y feroz en la sociedad estadounidense que está
implosionando: incluso después de un suceso como este, son poquísimas las voces
que se muestran claramente en contra de la venta de armas, porque se la ve como
un principio irrenunciable de libertad y seguridad (¡sic!), porque es la
normalidad (al punto de que se venden incluso en algunos supermercados). Tantos
medios prefieren acentuar el problema psicológico del individuo o los efectos
psicológicos del Covid en los adolescentes (como si antes del virus no hubiese
tiroteos), cuando evidentemente es un problema ideológico, cultural,
estatutario. Los republicanos se apresuran en decir que la respuesta a las
matanzas es aumentar la vigilancia armada en la puerta de las escuelas (“¿cómo
combatir las armas? Con más armas”) en una realidad en que muchísimas escuelas
ya están fuertemente militarizadas (al punto de que para entrar a la mañana hay
que pasar por el detector de metales). Es lamentable, pese a que esta vez
parece que había tres agentes armados que intentaron frenar al joven asesino
sin efecto alguno. La hipocresía democrática es evidente: en una conferencia de
prensa, Biden osó preguntar cómo puede ser que se siga aceptando esta
carnicería y cómo puede ser que no haya contraposición al lobby de las
armas. Realmente suena poco creíble en boca del presidente de un Estado que llevó
a cabo masacres en medio mundo y que en este preciso momento contribuye a la
guerra iniciada por Putin en Ucrania y fomenta el rearme a nivel mundial. Por
suerte, se alza alguna que otra voz más auténtica, como la del entrenador de
los Warriors (equipo de básquet de la NBA, ndt), que denuncia a los políticos
proarmas. Esperamos que vuelvan a levantarse las voces de los miles de jóvenes
que hace unos años animaron las manifestaciones de March for Our Lives,
esta vez sin la ilusión de que con las elecciones será suficiente para cambiar
en profundidad una sociedad basada en la guerra.
Publicado
en La Comune Online
25 de mayo del 2022