A continuación, reproducimos la declaración de la Corriente
Humanista Socialista del 13 de marzo que hace referencia a la situación en
Italia, donde se encuentra el núcleo principal de nuestra corriente internacional,
casualmente uno de los epicentros de la pandemia al día de hoy. Las referencias
al gobierno, los partidos políticos y los sindicatos corresponden a aquel país,
pero son claramente útiles para cualquier contexto y para desarrollar una
reflexión de fondo ante esta situación inédita.
Todas y todos
estamos preocupados por la difusión mundial y local del Coronavirus. Todas y
todos estamos siendo interpelados: somos víctimas potenciales pero, ante todo,
protagonistas de (auto) cuidado y cautela.
Los titubeos y
oscilaciones que el gobierno expresó hasta el momento no han ayudado, así como
tampoco lo hicieron las miles de voces de los medios de comunicación que, a
menudo, fueron contradictorias y ansiosas, inexactas e incomprensibles y, a
veces, francamente desconcertantes por sus imprecisiones o puntos oscuros.
Aceptamos con la debida ponderación las recientes decisiones adoptadas por el
gobierno a propósito de una conducta responsable en la vida cotidiana. Es lo
que, en nuestros ámbitos, ya habíamos sugerido a nuestras/os compañeras/as y amigas/os.
Sin embargo, no
vamos a ignorar lo incomprensible de otras medidas adoptadas y las
discrepancias que suscitan, la propaganda que de ellas se hace y las maneras
con las que pueden ser aplicadas, sin olvidar los daños que los gobiernos
ocasionaron a la sanidad pública. Pensamos y actuamos según los intereses de la
gente común, con el fin de que se una en la defensa de la salud de todos y de
cada uno en una lógica solidaria, conscientemente asumida, compartida y
verificada. No aceptamos diktats o lecciones de “unión sagrada” de las fuerzas
políticas en su conjunto que diariamente se pelean y se enfrentan entre sí para
obtener ventajas, ignorando o utilizando las exigencias de las personas
comunes. No podemos aceptar que, una vez más, se dispongan inmensas sumas de
dinero para apoyar a empresarios y patrones en lugar, en primera instancia, de
ponerse a disposición de quienes trabajan. Peor aún: a las trabajadoras y a los
trabajadores no se les garantizan condiciones mínimas de seguridad sanitaria en
el desempeño de sus funciones ni se toma seriamente en consideración la
necesidad de una interrupción temporal de la producción en las zonas más
afectadas, salvaguardando la integridad del sueldo de las trabajadoras y
trabajadores. Manifestamos, por lo tanto, nuestro pleno apoyo a las protestas,
las movilizaciones y las huelgas que se están desarrollando en varias partes
del país con estas reivindicaciones.
Nos preguntamos,
por otro lado, sobre los criterios con los que pueden ser concebidas y puestas
en marcha determinadas decisiones sobre el comportamiento cotidiano. En el
decreto se escribe con intencionada ambigüedad que “se desaconseja” salir de
casa, porque impedirlo supondría violar la Constitución y el estado de derecho.
Sin embargo, tenemos la fundada sospecha y ya alguna señal para creer que, a la
hora de aplicar las nuevas normas, puedan ocasionarse actitudes represivas y
prepotentes, ya sea por posibles disposiciones “informales” desde arriba o por
muy poco loables iniciativas “espontáneas” por parte de quienes deberían
garantizar el orden. Pensemos en lo que está pasando en las cárceles en
perjuicio de muchos presos.
No es casual que
todas las derechas, desde la Liga de Salvini a Forza Italia de Berlusconi o
Fratelli d’Italia, sigan proponiendo recrudecer las medidas decididas: y el
gobierno italiano sigue sus consejos. Después de haber permitido durante largas
semanas un irresponsable éxodo desde las zonas más afectadas, y dentro de
ellas, ahora se culpabiliza a la señora que sale a pasear al perro o se
enfrenta con actitud amenazante a los que van a hacer las compras. Esto para no
hablar de lo que se les puede caer encima a las hermanas y a los hermanos
inmigrantes. Si se sigue así, se puede abrir una peligrosa deriva tendiente al
agravamiento de la represión a los más débiles, a hacer cada vez más
verticalista y autoritaria esta democracia decadente. Una deriva que todas las
fuerzas interesadas en el bienestar común tienen que denunciar y contrarrestar:
desde las asociaciones de inmigrantes hasta las agregaciones solidarias, desde
el voluntariado a las organizaciones sindicales, desde las izquierdas políticas
a quienes simplemente quieren preservar algún vestigio de democracia.
sta manera de
gestionar la crisis no es necesariamente la más eficaz, sino más bien lo
contrario. La comunión respetuosa, atenta y curativa entre las personas no
implica una aniquilación de las conciencias, alimentada quizás por la trampa
hobbesiana del “miedo como recurso evolutivo”, que lleva a pensar de manera
incorrecta en la salud, tanto la propia como la de los demás. Caer en el pánico
no es menos peligroso que subestimar la amenaza real: en ambos casos se
condicionan o se reducen nuestras capacidades cognitivas, reflexivas e
intuitivas, preventivas, reactivas y proactivas. Es natural que inmediatamente
vivamos todas y todos cierta desorientación ante una situación nueva. Con más
razón es necesario encontrar un orden mental adecuado a las necesidades y del
que puede derivarse una actitud práctica consecuente y responsable. Debemos
escuchar y ayudar a médicos y personal sanitario -que están desempañando una
actividad fundamental, valiosa y generosa- así como a las personas más cercanas
a nosotros. Para todo esto las conciencias necesitan ser sacudidas, estar
vigilantes y activas y no adormecidas como quisieran desde arriba.
La campaña
lanzada por los poderes opresivos con la consigna “yo me quedo en casa”, si
bien parte de una exigencia real, supone riesgos de vario tipo, no solo
psicológicos, además de contener una buena dosis de cinismo. Cómo definir si no
al hecho de que, mientras tanto, están obligando a muchísimas personas a salir
de casa para ir a trabajar sin por ahora ofrecer, como hemos dicho, ninguna
garantía. Tomar al pie de la letra esta invitación puede conllevar numerosas
contraindicaciones. Por empezar, el peligro del aislamiento y las fobias y
tendencias depresivas que puedan ocasionarse, continuando con la privación de
la necesaria actividad física que cada uno y cada una debería realizar, ahora
con más prudencia, por su propia salud, como todo buen médico siempre nos
recuerda. Por otro lado, es útil, justo y benéfico salir de casa para ayudar a
cualquiera que lo necesite. Entonces, manteniendo un elevado nivel de atención
y respetando rigurosamente todas las actitudes preventivas indicadas por las
autoridades sanitarias, salgamos cuando es útil y necesario.
Para ser
consecuentes y coherentes con estas medidas es necesaria una actividad
consciente, recíproca y respetuosa, y no la pasividad mecánica, solitaria,
individualista y arrogante. El sentido de sí mismo y del ser/estar juntos y la
relacionalidad son más que nunca fundamentales. Es necesario hablar, hablar de
esto, si no es posible en persona por teléfono, siempre en condiciones seguras,
con familiares, personas queridas, amigas y amigos, compañeras y compañeros,
conocidos; hablar de cómo estamos y nos sentimos física, mental y
psicológicamente porque, de esta manera, activamos nuestras capacidades y
nuestra atención. Además podemos explicar, eventualmente, los síntomas a
nuestros médicos. Se necesita, en definitiva, un compromiso especial y
renovado, una particular y nueva concentración psico-física, un
redescubrimiento delicado e intenso de la subjetividad compleja de la que somos
parte constitutiva. Es lo que nosotros nos proponemos y les proponemos, y lo
que intentamos practicar. Por el contrario, quienes gobiernan este país el
único compromiso que quieren y que respetan es aquel sometido a las patronales
y a sus intereses, así como las únicas movilizaciones (actualmente prohibidas)
que les gustan y que fomentan son las de los estadios deportivos y el ocio de
masas a causa de las ganancias económicas y la intoxicación social que de ellas
se derivan.
Desarrollar hoy
un pensamiento contra el virus significa movilizar las mentes y los cuerpos
afectivamente, reconquistar una idea más profunda, íntegra, del amor por la
vida en todas sus formas, por la tierra, por la especie y en primer lugar por
las personas que amamos justamente en este momento, esperemos que breve, en el
que no podemos acariciarlas. Superar la emergencia, recuperarse, podrá
significar de esta manera haber mejorado juntos como mujeres y hombres que
reflexionan y sienten más profundamente la felicidad posible.
13 de marzo de
2020