Por
Simona Persico.
Dignos
de la trama de una novela de espías, los resultados publicados hasta ahora de
la investigación sobre el Proyecto Pegasus, conducida por Forbidden Stories
–una red de periodistas– y Amnistía Internacional, en realidad no sorprenden
demasiado: demuestran, una vez más, cómo internet y las tecnologías son un
medio de control y de represión. Pegasus, ideado y realizado por la compañía de
vigilancia israelí NSO Group para espiar y robar datos, es un software
adquirido y utilizado por Estados, gobiernos y policías de varias partes del
mundo con el objetivo, sostienen ellos, de emplearlo en el ámbito de la lucha
contra el terrorismo. En realidad, gracias a una fuga de noticias (¡también
existen los que espían a las empresas que hacen programas de espionaje!) Forbidden
Stories y Amnistía Internacional revelaron que más de 50 mil números de
teléfono seleccionados como objetivos por los clientes de NSO, desde el 2016,
no eran terroristas peligrosos, sino periodistas, activistas de derechos
humanos, abogados y políticos: desde Macron a Romano Prodi, de los periodistas
disidentes perseguidos por Orban en Hungría a diversas mujeres, cuyos poderosos
maridos o padres creen deber controlarlas también con estos medios.
Este
“servicio” provee, a quien lo compra, los números de teléfono y las direcciones
de mail de las personas a las que se quiere espiar, o de las que se quiere
sustraer informaciones; entretanto, la compañía encargada envía un enlace por
mail o sms, aparentemente inocuo, pero apenas la inadvertida víctima lo
cliquea, el programa se instala silenciosamente en sus dispositivos. Desde
aquel momento, quien ha pagado podrá acceder a la computadora o al celular y a
todos sus contenidos (llamadas, micrófono y cámara incluidos). Luego de las
revelaciones, en 2013, de parte de Edward Snowden (técnico de una empresa
asesora de la NSA) sobre el programa de escuchas telefónicas masiva entre
Estados Unidos y la Unión Europea, luego del escándalo que implicó, en el 2018,
a la compañía Cambridge Analytica y Facebook por el uso de datos de los propios
usuarios, sinceramente no hay nada de lo que sorprenderse. Lo que esta nueva
investigación revela es cómo objetos de uso cotidiano, como computadoras y
celulares, son instrumentos y vehículos de un verdadero sistema de control y de
opresión al servicio de los peores dictadores y de cualquiera que pueda
permitirse pagar estos “servicios” (por cierto, para nada económicos). Por otro
lado, la investigación debería hacernos reflexionar sobre cuánto y cómo,
voluntariamente y, demasiado seguido, inconscientemente confiamos en estos
aparatos, las computadoras o grabadoras que siempre tenemos en el bolsillo, es
decir los smartphones. Esta es la verdadera idea de libertad que tienen ellos:
en la web todo es aparentemente posible, pero siempre vigilados y controlados,
archivados y verificados.
29/07/2021