Sobre el Segundo encuentro
Aspiramos a un compromiso
por la vida y la libertad no contingente o superficial
✒ Ana Gilly
Elegir ser una persona
comprometida en defensa de la vida y de la libertad, en este contexto, hace
toda la diferencia. Porque la vida en común es el bien primero, y la libertad
permite desarrollarla en plenitud junto a los demás. Contra esto se erigen
las derechas reaccionarias victoriosas en las últimas PASO. Pero quizás
todavía tengamos que hacer un esfuerzo para superar la conmoción poselectoral
y pensar en profundidad, encontrar juntas/os las preguntas justas y algunas
afirmaciones útiles para entender la situación y cómo afrontarla, escapando
de los análisis y propuestas superficiales o meramente coyunturales. En el
segundo encuentro titulado “Es hora de defender la vida y la libertad”,
realizado el pasado 26 de agosto, estimulados por las introducciones de
Ignacio Rusell y Mariana Camps nos preguntamos: ¿qué es lo que está en juego?
¿La democracia o la vida? ¿Apostamos a reformar las instituciones o a cambiar
juntos como personas? ¿Estamos frente a un derrotero de “malas políticas” o se
trata de la lógica bélica, orgánica, de todos los opresores? Y las personas más
sensibles y reactivas, ¿nos dedicaremos solo a luchar denunciando el mal que
propician los poderosos? ¿O también iremos a la raíz de nuestras exigencias de
bien y de libertad para mejorarlas, expandirlas y defenderlas?
Para defender la vida no
esperamos nada bueno de la democracia, porque fue y es promotora de la
violencia y de la corrupción difundida en la sociedad. Nuestra esperanza radica
en las personas comunes, porque son sus principales artífices. Valoramos, en
particular, a aquellas que –como nosotros– se baten por el bien común de
diversas maneras y es con ellas que buscamos encontrarnos, unirnos y crecer.
Encontrarnos (físicamente, no virtualmente) para poder debatir sobre el bien y
la libertad que buscamos juntos, y no solo para coordinar la lucha contra la
opresión. Unirnos para recrear nuevas nociones y experiencias de sociabilidad,
de colaboración y cooperación. Crecer, es decir, cambiar, por ejemplo,
encontrando ideas y caminos propios, bien distantes de los burgueses. A ellos
los motiva una lógica bélica y explotadora, frente a la naturaleza y frente a
las personas. Una lógica, también orgánica, de guerra y de corrupción que
redunda en la difusión de la deshumanización y de la resignación.
Creemos que una propuesta
de compromiso por la vida y la libertad, no contingente o superficial, debe
aspirar a ser orgánica y permanente, con independencia teórica y de principios
frente a los Estados y las patronales. Las sociedades estatales masificadas
son irreformables, así como las instituciones que las sostienen. Lo que sí
podemos empezar a cambiar, de manera inmediata, son los colectivos que construimos,
de los cuales somos parte. Colectivos como embriones comunitarios, personas
unidas por criterios de vida alternativos capaces de pensar y construir con
otras comunidades relaciones de simpatía, cercanía y sinceridad para abordar
las diferencias. Esto es posible si nos consideramos iniciadoras e
iniciadores, precursores de un compromiso alternativo, y en parte ya lo somos,
pero lo seremos mejor si somos capaces de suscitar el protagonismo radical y
creativo de y junto con otras personas disponibles.
El próximo Encuentro será
el 14 de octubre y se llamará “Unámonos por la pacificación contra las
guerras”. Auguramos que sea una ocasión para seguir profundizando juntos/as.
*
Sobre el Primer encuentro
Cuestión de mirada
✒ Ana Gilly
Comprometerse para mejorar
la vida junto a nuestra gente requiere ampliar la mirada al mundo en que vivimos
y tratar de comprender las líneas de tendencia de la condición humana. Es
decir, superar las visiones minimalistas, localistas y coyunturales que priman en
las diferentes concepciones y prácticas del compromiso, y hacernos una idea más
profunda de la humanidad, de sus potencialidades, sus posibilidades y de los
peligros a los que los burgueses nos someten. Implica un particular esfuerzo
mental y sentimental, pero es un esfuerzo que comporta grandes beneficios. Quizás
por esto es que el primer Encuentro, el 22 de julio, fue tan participado y
dinámico, en el cual compañeras y compañeros, amigas y amigos de diversas
generaciones y recorridos –voluntariado religioso, antirracista, alguna experiencia
en partidos de izquierda o en barrios populares– reflexionamos juntos escuchándonos
con atención.
Intentamos ampliar la
mirada pensando en nuestra humanidad en un doble sentido: aquella de la cual
somos parte e, inseparablemente, la que radica dentro de cada uno de nosotros/as.
Una humanidad atacada por los Estados y por sus guerras, por el terricidio y por
la explotación patronal, por la violencia patriarcal, por las pesadillas
virtuales de las tecnologías ligeras. El mundo de los opresores se está
derrumbando, ya no hay margen para mejorar la vida dentro del sistema
democrático cada vez más totalitario. A pesar de ello, hay muchísimas personas que
todavía apuestan infructuosamente a reformarlo. Incluso las organizaciones de izquierda,
otrora con aspiraciones revolucionarias, están embarcadas en esto. Pero es necesario
tomar mayor conciencia de la peligrosidad que nos rodea, y quizás sobre esto deberemos
seguir profundizando en los próximos encuentros, porque los engaños y las
trampas están a la orden del día y nos afectan a todos, también a nosotros
mismos. Ampliar la mirada, descubrir activamente a la humanidad, nos permite
encontrar los recursos que tenemos para defender y transformar la vida, identificando
las esperanzas en aquellas expresiones más radicales y valientes –desde las
mujeres y hombres de Irán hasta los pueblos de Jujuy–, y también dentro de cada
una y de cada uno, entendiendo qué significa para la humanidad la primariedad
femenina, tomando conciencia de la propia entereza e integridad, sabiendo que
somos humanos entre humanos y, cada uno de nosotros, posible protagonista de
una cultura del bien.
El intercambio fue
estimulante y prometedor porque cada protagonista supo compartir las razones
por las que cultivar un sentido íntimo de humanidad es mejor para la vida y
para el compromiso, agrediendo los nacionalismos siempre excluyentes, y
combatiendo el racismo creciente en la sociedad de extraños en la que vivimos.
Quizás, es necesario
clarificarnos más sobre el sentido de estas reflexiones: estamos elaborando algunas
ideas programáticas que puedan ayudarnos a estar en la sociedad siendo diferentes
y para ser diferentes, para poder encarnar y ofrecer un compromiso alternativo
allí donde vivimos y nos empeñamos. Es decir, ideas que pueden transformarse en
tareas, en propuestas para compartir con las personas más sensibles y para unirnos
en torno a ellas. Entonces, el descubrimiento activo de la humanidad es
inseparable de la elección de ser defensores y promotores del mismo. Junto a la
gente que nos rodea, en nuestros lugares de trabajo y estudio, en nuestros
barrios, entre nuestras amigas/os, en las luchas de las que participamos, podemos
elegir ser aquellos que, ampliando y cultivando la propia mirada, puedan
ofrecerle a los demás conocer y experimentar un sentido íntimo de la humanidad
común y diferente que somos. Así, podremos estar con nuestra gente pero siendo,
juntos, diferentes a los burgueses decadentes. ¿No puede ser un compromiso
mucho más apasionante y útil, más radical y combativo? Si nos lo proponemos, si
empezamos a probarlo con determinación, encontraremos disponibilidad, aunque
(no seamos ingenuos), también mucha resistencia por los desafíos culturales que
comporta en un país donde el peronismo ha hecho estragos en la conciencia de
las vanguardias. Auguramos que, con aquellas personas que sean o se sientan de
izquierda, podamos partir de una concepción renovada del internacionalismo que
caracterizó (en tiempo pasado) a estas corrientes. Ensayando y compartiendo
esto, podremos llegar a nuestra “próxima estación” más agudos y estimulados en
nuestra reflexión. Porque un compromiso que tenga en su corazón la defensa de
la vida y de la libertad precisa de una mirada independiente de los Estados
democráticos que, en este país, hace cuarenta años destila corrupción y
violencia en la vida social. Sobre esto nos detendremos el próximo 26 de agosto.
Las y los esperamos.