Encuentros para pensar un compromiso de izquierda inspirado en el humanismo socialista

Artículos



Sobre el Primer encuentro 

Cuestión de mirada

 Ana Gilly

Comprometerse para mejorar la vida junto a nuestra gente requiere ampliar la mirada al mundo en que vivimos y tratar de comprender las líneas de tendencia de la condición humana. Es decir, superar las visiones minimalistas, localistas y coyunturales que priman en las diferentes concepciones y prácticas del compromiso, y hacernos una idea más profunda de la humanidad, de sus potencialidades, sus posibilidades y de los peligros a los que los burgueses nos someten. Implica un particular esfuerzo mental y sentimental, pero es un esfuerzo que comporta grandes beneficios. Quizás por esto es que el primer Encuentro, el 22 de julio, fue tan participado y dinámico, en el cual compañeras y compañeros, amigas y amigos de diversas generaciones y recorridos –voluntariado religioso, antirracista, alguna experiencia en partidos de izquierda o en barrios populares– reflexionamos juntos escuchándonos con atención.
Intentamos ampliar la mirada pensando en nuestra humanidad en un doble sentido: aquella de la cual somos parte e, inseparablemente, la que radica dentro de cada uno de nosotros/as. Una humanidad atacada por los Estados y por sus guerras, por el terricidio y por la explotación patronal, por la violencia patriarcal, por las pesadillas virtuales de las tecnologías ligeras. El mundo de los opresores se está derrumbando, ya no hay margen para mejorar la vida dentro del sistema democrático cada vez más totalitario. A pesar de ello, hay muchísimas personas que todavía apuestan infructuosamente a reformarlo. Incluso las organizaciones de izquierda, otrora con aspiraciones revolucionarias, están embarcadas en esto. Pero es necesario tomar mayor conciencia de la peligrosidad que nos rodea, y quizás sobre esto deberemos seguir profundizando en los próximos encuentros, porque los engaños y las trampas están a la orden del día y nos afectan a todos, también a nosotros mismos. Ampliar la mirada, descubrir activamente a la humanidad, nos permite encontrar los recursos que tenemos para defender y transformar la vida, identificando las esperanzas en aquellas expresiones más radicales y valientes –desde las mujeres y hombres de Irán hasta los pueblos de Jujuy–, y también dentro de cada una y de cada uno, entendiendo qué significa para la humanidad la primariedad femenina, tomando conciencia de la propia entereza e integridad, sabiendo que somos humanos entre humanos y, cada uno de nosotros, posible protagonista de una cultura del bien.
El intercambio fue estimulante y prometedor porque cada protagonista supo compartir las razones por las que cultivar un sentido íntimo de humanidad es mejor para la vida y para el compromiso, agrediendo los nacionalismos siempre excluyentes, y combatiendo el racismo creciente en la sociedad de extraños en la que vivimos.
Quizás, es necesario clarificarnos más sobre el sentido de estas reflexiones: estamos elaborando algunas ideas programáticas que puedan ayudarnos a estar en la sociedad siendo diferentes y para ser diferentes, para poder encarnar y ofrecer un compromiso alternativo allí donde vivimos y nos empeñamos. Es decir, ideas que pueden transformarse en tareas, en propuestas para compartir con las personas más sensibles y para unirnos en torno a ellas. Entonces, el descubrimiento activo de la humanidad es inseparable de la elección de ser defensores y promotores del mismo. Junto a la gente que nos rodea, en nuestros lugares de trabajo y estudio, en nuestros barrios, entre nuestras amigas/os, en las luchas de las que participamos, podemos elegir ser aquellos que, ampliando y cultivando la propia mirada, puedan ofrecerle a los demás conocer y experimentar un sentido íntimo de la humanidad común y diferente que somos. Así, podremos estar con nuestra gente pero siendo, juntos, diferentes a los burgueses decadentes. ¿No puede ser un compromiso mucho más apasionante y útil, más radical y combativo? Si nos lo proponemos, si empezamos a probarlo con determinación, encontraremos disponibilidad, aunque (no seamos ingenuos), también mucha resistencia por los desafíos culturales que comporta en un país donde el peronismo ha hecho estragos en la conciencia de las vanguardias. Auguramos que, con aquellas personas que sean o se sientan de izquierda, podamos partir de una concepción renovada del internacionalismo que caracterizó (en tiempo pasado) a estas corrientes. Ensayando y compartiendo esto, podremos llegar a nuestra “próxima estación” más agudos y estimulados en nuestra reflexión. Porque un compromiso que tenga en su corazón la defensa de la vida y de la libertad precisa de una mirada independiente de los Estados democráticos que, en este país, hace cuarenta años destila corrupción y violencia en la vida social. Sobre esto nos detendremos el próximo 26 de agosto. Las y los esperamos.

*

Sobre el Segundo encuentro

Aspiramos a un compromiso por la vida y la libertad no contingente o superficial

Ana Gilly

Elegir ser una persona comprometida en de­fensa de la vida y de la libertad, en este contexto, hace toda la diferencia. Por­que la vida en común es el bien primero, y la libertad permite desarrollarla en ple­nitud junto a los demás. Con­tra esto se erigen las derechas reaccionarias victoriosas en las últimas PASO. Pero qui­zás todavía tengamos que hacer un esfuerzo para supe­rar la conmoción poselecto­ral y pensar en profundidad, encontrar juntas/os las pre­guntas justas y algunas afir­maciones útiles para entender la situación y cómo afrontar­la, escapando de los análisis y propuestas superficiales o meramente coyunturales. En el segundo encuentro titu­lado “Es hora de defender la vida y la libertad”, realizado el pasado 26 de agosto, es­timulados por las introduc­ciones de Ignacio Rusell y Mariana Camps nos pregun­tamos: ¿qué es lo que está en juego? ¿La democracia o la vida? ¿Apostamos a reformar las instituciones o a cambiar juntos como personas? ¿Es­tamos frente a un derrotero de “malas políticas” o se trata de la lógica bélica, orgánica, de todos los opresores? Y las personas más sensibles y reac­tivas, ¿nos dedicaremos solo a luchar denunciando el mal que propician los poderosos? ¿O también iremos a la raíz de nuestras exigencias de bien y de libertad para mejorarlas, expandirlas y defenderlas?

Para defender la vida no esperamos nada bueno de la democracia, porque fue y es promotora de la violencia y de la corrupción difundida en la sociedad. Nuestra esperanza radica en las personas comu­nes, porque son sus principales artífices. Valoramos, en par­ticular, a aquellas que –como nosotros– se baten por el bien común de diversas maneras y es con ellas que buscamos en­contrarnos, unirnos y crecer. Encontrarnos (físicamente, no virtualmente) para poder deba­tir sobre el bien y la libertad que buscamos juntos, y no solo para coordinar la lucha contra la opresión. Unirnos para recrear nuevas nociones y experiencias de sociabilidad, de colabora­ción y cooperación. Crecer, es decir, cambiar, por ejemplo, encontrando ideas y caminos propios, bien distantes de los burgueses. A ellos los motiva una lógica bélica y explotadora, frente a la naturaleza y frente a las personas. Una lógica, tam­bién orgánica, de guerra y de corrupción que redunda en la difusión de la deshumaniza­ción y de la resignación.
Creemos que una propues­ta de compromiso por la vida y la libertad, no contingente o superficial, debe aspirar a ser orgánica y permanente, con independencia teórica y de principios frente a los Estados y las patronales. Las socieda­des estatales masificadas son irreformables, así como las ins­tituciones que las sostienen. Lo que sí podemos empezar a cambiar, de manera inmedia­ta, son los colectivos que cons­truimos, de los cuales somos parte. Colectivos como em­briones comunitarios, perso­nas unidas por criterios de vida alternativos capaces de pensar y construir con otras comu­nidades relaciones de simpa­tía, cercanía y sinceridad para abordar las diferencias. Esto es posible si nos considera­mos iniciadoras e iniciadores, precursores de un compromi­so alternativo, y en parte ya lo somos, pero lo seremos mejor si somos capaces de suscitar el protagonismo radical y creati­vo de y junto con otras perso­nas disponibles.
El próximo Encuentro será el 14 de octubre y se lla­mará “Unámonos por la pa­cificación contra las guerras”. Auguramos que sea una oca­sión para seguir profundizan­do juntos/as. 

*