La defensa de la vida nos une

Aparición con vida de Santiago Maldonado


La defensa de la vida nos une


El pasado viernes 1 de septiembre, más de 150 mil personas han dado vida a una nueva y extraordinaria demostración de su capacidad de afirmación de la vida. El camino había sido iniciado el 3 de junio de 2015 por las mujeres al grito de “Vivas nos queremos, ni una menos” y continuado el 10 de mayo de este año, en la movilización contra el “2 x 1” a los genocidas. La exigencia de unirse en torno a la defensa de la vida ha pasado a ser prioridad también para quienes están luchando por sus propias y justas razones, contra la prepotencia estatal y patronal, como los estudiantes secundarios y las/os trabajadoras/es de Pepsico. ¡Que aparezca Santiago ya!


Estamos frente a una disyuntiva urgente y dramática. ¿Nos pensamos y actuamos como gente común que se confía a sus más nobles sentimientos, en condiciones de humanizar nuestra conciencia, nuestras relaciones y los ámbitos colectivos? ¿Podemos afrontar la disgregación social –eso que políticos y medios de (in)comunicación oficialistas y opositores decadentes han llamado “grieta”, de la que son responsables–? ¿O nos abandonamos a la mecánica democrático/ciudadana, a sus lógicas de pertenencia, al egoísmo, al odio y las violencias machista y racista, en su versión institucional o popular?


El gobierno macrista y el conjunto de poderes patronales han creído disponer de un cheque en blanco luego de su triunfo en las PASO. Confiaron que el gesto sereno y la imagen dialoguista de Vidal serían suficientes para dejar correr la furia represiva de Patricia Bullrich y de su ladero Nocetti primero, y luego la defensa a ultranza de los represores. Como humanistas y socialistas estamos lejos de cualquier confianza en que un cambio de nombres pueda lograr regeneración institucional alguna. Nos motiva un sentido de dignidad elemental para decir ¡Fuera Bullrich!


Desde 1983 a la fecha, la política democrática ha cargado a su cuenta la escalofriante suma de 5 mil desapariciones, en primer lugar de mujeres. Ningún gobierno ha estado exento, tampoco el de “los derechos humanos”, como lo prueban Luciano Arruga y Julio López. Ahora y siempre, ¡El Estado es responsable!


Continuemos por la ruta de la prioridad de la vida. Refundémonos como personas libres, como gente que en común es capaz de redefinir y elegir el bien, la verdad, la equidad y la justicia. Sustraigámonos de los criterios, trampas y desvalores burgueses, todos tributarios de lógicas de asesinabilidad, de los que a menudo, “en sociedad”, nos hacemos cómplices, encandilados por calendarios electorales y tecnologías ligeras. ¡La vida vale más que los votos!


Empecemos a ser protagonistas. ¡Construyamos Comités Solidarios independientes, antirrepresivos y antirracistas!


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