Atentados en Afganistán: FUEGO CRUZADO CONTRA PERSONAS INDEFENSAS

Durante su larga historia, Kabul –capital de Afganistán– fue en numerosas ocasiones surcada y agredida por ejércitos y guerras, pero sin embargo sus habitantes nunca sufrieron tanto como en los últimos cuarenta años. El sábado 27, Kabul –en donde viven tres millones de habitantes– fue golpeada por un feroz y vil atentado, rápidamente reivindicado por los talibanes. Uno de ellos condujo un vehículo repleto de explosivos al barrio de las embajadas y los edificios gubernamentales provocando una masacre: casi cien víctimas y el doble de heridos. Como medio de transporte, estos cobardes asesinos utilizaron una ambulancia; ciertamente con el fin de camuflarse pero también para multiplicar el efecto aterrador en las personas comunes. La semana anterior, siempre en esta capital, los talibanes habían hecho explotar otro artefacto en las cercanías del Hotel Intercontinental ocasionando veinte víctimas fatales. El 24 de enero, en Jalalabad, un comando asaltó la sede de la ONG Save the Children también cosechando muertos y heridos, aunque esta vez la acción fue reivindicada por el ISIS.

En el 2001, luego de los atentados en Nueva York, el gobierno de los EE.UU proclamó la guerra total contra el terrorismo invadiendo Afganistán con una poderosa coalición internacional que comprendió países como Italia. Mediante diferentes y sanguinarios episodios bélicos, los ejércitos extranjeros han expulsado de Kabul al poder ferozmente patriarcal de los talibanes. Para hacerlo, han sembrado a su vez muerte y destrucción en todo el país, imponiendo un gobierno corrupto y prácticamente igual de opresivo. Pareciera ser que el objetivo del atentado del sábado fue la sede del Alto Consejo para la Paz, encargado de las negociaciones (actualmente congeladas) entre el gobierno y los talibanes. En resumidas cuentas, hacen política con las bombas. Dentro de este pésimo contexto, en los últimos años también se sumaron los asesinos del ISIS.

Desde un punto de vista, y sin ninguna duda, las bandas asesinas locales y los ejércitos internacionales guiados por los EE.UU. no representan en lo absoluto una alternancia: en su desprecio por la vida humana, siempre sacrificable en pos de sus objetivos. Sobre todo, la vida de las mujeres y de los niños.

Giovanni Marino


Publicado en LA COMUNE online, 28-01-18