El
ministro de Salud de Brasil ha sido sumariamente depuesto por el presidente de
la República en el momento en que se aproxima el punto más crítico del
coronavirus en el país. Luiz Henrique Mandetta tuvo su aprobación popular
incrementada luego de defender las determinaciones de aislamiento social
propuestas por la OMS, contrariando al presidente, que es favorable a relajar
las medidas en nombre de la economía. Las relaciones entre el presidente y el
ministro se deterioraron después de varias manifestaciones públicas en las que
este último criticó la posición y las acciones del presidente a la hora de
enfrentar la pandemia. Según Mandetta, “es necesario tener un discurso
unificado, porque, si no es así, se
lleva a la población a la duda. Las personas no saben si escuchar al ministro
de Salud o al presidente”. Esta declaración fue la gota que rebalsó el vaso en
una disputa que se venía arrastrando en las últimas semanas.
Lejos de
ser un defensor de la vida, Mandetta fue elegido para el cargo por ser médico ortopedista,
y así conferirle un barniz científico al área más importante del gobierno.
También por tener un perfil ideológico conservador, alineado con lo que hay de
más atrasado en el país, y por creer que la salud es un lujo para los pocos que
la pueden pagar. Fue un diputado federal integrante de la banca ruralista, que
históricamente apoya a Bolsonaro.
La
dimisión provocó una reacción inmediata. En diversas ciudades del país, las
personas hicieron cacerolazos y gritaron “fuera Bolsonaro genocida”. Aumenta la
tensión política, Bolsonaro ve crecer su desaprobación popular y pierde apoyo
también entre sectores de la burguesía.
Las
próximas acciones del presidente frente a la pandemia del Covid-19 serán
determinantes para el destino de millones de vidas. Las últimas cifras
arrojaron que el virus ya alcanzó todas las regiones del país, incluyendo la
Amazonía, donde hay casos confirmados de contagio y muertes en comunidades
originarias. Los números, cuestionables por la sub-notificación de casos, la
ausencia de testeos y el rápido avance de la enfermedad, apuntan a un escenario
dramático.
Ningún gobierno o
Estado garantizará los cuidados necesarios para preservar la vida. La presunta
“unión” que los políticos proclaman no es otra cosa que una trampa y la ayuda
recíproca será determinante en este momento crucial que atraviesa la humanidad.
Inês Freitas
São Paulo 17/04/2020