Fue
parte de aquellas vanguardias que, al calor de una oleada de radicalización
humana que recorrió los cinco continentes, se comprometieron en sentido
socialista y revolucionario durante los años ’60. Comenzó su decenal recorrido
en Bahía Blanca, uno de los semilleros de cuadros y dirigentes de la corriente
política fundada por Nahuel Moreno. La ruptura del PRT (Partido Revolucionario
de los Trabajadores) a principios de 1968 lo encontró posicionado en el lugar
correcto, es decir, confrontando la desviación foquista que, al interior del
partido, elegía la vía político-militar para enfrentar –en su mismo terreno y
con los mismos métodos– a la violencia de los poderes opresivos. Fue fundador y
animador, sucesivamente, del PRT (La Verdad), del PST (Partido Socialista de
los Trabajadores) y del viejo MAS (Movimiento al Socialismo), hasta retirarse
en 1999.
Se
desempeñó fundamentalmente en tareas centrales de organización, funcionamiento
interno y como redactor del periódico en los respectivos locales centrales que
tuvo el partido. Se trata de funciones definidas, en el ámbito de la política, como
“de aparato”, expresión que habla del sentido instrumental y casi mecánico que
asigna la política –también en su versión revolucionaria– a una elección de
vida basada en la integridad moral, la disponibilidad cotidiana y en la
confianza probada de la que es merecedor cada protagonista. Atributos que “el
Gordo” –con quien nos tocó compartir muchos años en el viejo MAS, incluso
algunos en su Comité Central– transmitía muy naturalmente cada vez que se lo
solicitaba o en la calidez con que restituía la presencia de los más de 100
asesinados y asesinadas del PST por la dictadura genocida.
Nos
toca despedir con afecto y tristeza a un noble y abnegado compañero en momentos
de una encrucijada histórica de la humanidad. Lo hacemos desde de la teoresis y
la práctica del humanismo socialista y revolucionario, habiendo superado el
paradigma político que Eduardo defendió hasta que sus fuerzas lo permitieron.
Mario
Larroca- Cristina Gabelloni