Desde que
en el país se declaró la emergencia por la difusión del coronavirus, la vida
cotidiana ha cambiado enormemente. En realidad, muchas cosas han cambiado en el
mundo y en la vida de la humanidad. Imposible conocer y enumerar todas las
transformaciones, pero podemos reconocer y reflexionar sobre algunas
cuestiones.
La
irracionalidad de los Estados y su lógica contra-natura (contra la naturaleza
humana y la naturaleza en general) favorecieron que la mutación de un virus se
transforme en pandemia, causando millones de infectados y miles de muertos.
Nuestra gente se encontró sin preparación para afrontar esta situación por las
laceraciones históricas en la relación de la especie humana con la naturaleza.
La perspectiva aún es incierta, pero probablemente los problemas causados por
esta nueva enfermedad se seguirán prolongando por meses.
Las
instituciones estatales y las patronales quedaron al desnudo en su cinismo. Su
escasa preparación para afrontar lo que estamos viviendo tiene una larga
historia que involucra, de diversas maneras y en línea de máxima, a todos los
sectores de la política. Los poderosos saben lo que hacen cuando destruyen la
naturaleza en pos del incremento de sus ganancias y de su fuerza bélica;
también cuando reducen al mínimo los sistemas de salud. Estar atentos y alertas
frente al virus incluye saber esto y no engañarse. Como venimos denunciando en nuestro blog, el sector político que gobierna la Argentina –con Alberto
Fernández a la cabeza– es absolutamente corresponsable, en sentido histórico y
actual, de promover y generar las condiciones del drama que estamos viviendo.
Compartimos las medidas de prevención elementales que tomó el gobierno, pero eso
no significa que tengamos ilusiones en la ayuda que pueda provenir de los
Estados. Asumimos las medidas de protección en el marco de una búsqueda
alternativa y contraria a la que nos proponen. Ellos lo hacen en defensa del
retorno a su normalidad. La normalidad de la opresión y de sus
ganancias, la que se preanuncia mediante abusos policiales de los que no
hablan; esa normalidad a la que arrastran, lamentablemente, a los sectores
sociales más egoístas, o a los más resignados, que buscan el mal menor.
Nosotras y nosotros tomamos medidas de prevención y cuidado en el marco de un compromiso de décadas junto a los últimos, por la defensa y el mejoramiento de la vida.
No alcanza con la denuncia -necesaria- a las políticas del gobierno, ni tampoco es suficiente proponer medidas más a la izquierda; es necesario tener una visión y una práctica alternativas de conjunto.
Nosotras y nosotros tomamos medidas de prevención y cuidado en el marco de un compromiso de décadas junto a los últimos, por la defensa y el mejoramiento de la vida.
No alcanza con la denuncia -necesaria- a las políticas del gobierno, ni tampoco es suficiente proponer medidas más a la izquierda; es necesario tener una visión y una práctica alternativas de conjunto.
Hoy este compromiso nos encuentra protagonistas activos, a nuestra pequeña
escala, de una reflexión que suscite, empezando por nosotras y nosotros mismos,
el reconocimiento de nuestros mejores recursos íntimos. Esos que nos pueden
permitir desarrollar una conciencia más atenta al bien de la vida común; por lo
tanto elegir la solidaridad, el altruismo, el respeto por la naturaleza, de la
que somos una parte especial. Lo hacemos sobre la base de textos importantes
que estamos publicando en nuestra prensa digital y en papel.
Estamos
construyendo una red independiente de intercambios, de diálogos, de apoyo
mutuo, de solidaridad y de denuncia necesaria; hecha de diversos momentos
colectivos e interindividuales (siempre de acuerdo a lo que las medidas de
seguridad nos permiten). Una red que (nos) ayude a reconocer las posibilidades
humanas que tenemos para ser mejores por, con y gracias a los otros. Sustrayéndonos
de las mentiras de los que gobiernan, que nos piensan como meros objetos de sus
políticas demostradamente inútiles. Una red que se expande gracias a los recursos humanos, a la disponibilidad
afectiva, a la curiosidad que puede desembocar en reflexión y acción consciente,
y no tanto ni en primer lugar a los recursos
tecnológicos (que hay que saber usar sabia y moderadamente, por lo dañinos
que son). Una red que podemos seguir ampliando cada día, suscitando la
construcción de agregados solidarios independientes entre las personas más
atentas y disponibles, preparándonos para salir de esta pandemia mejores
humanamente.
Comité de redacción de
COMUNA
SOCIALISTA