
Las acusaciones recíprocas entre EE.UU. y China
son parte de un conflicto entre superpotencias en el que, sin embargo, ambas se
acusan de algo que conocen muy bien: los arsenales militares de armas
biológicas y la investigación relacionada con ellos. Por esto, en el plano
hipotético, incluso podría ser cierto aquello de lo que se acusan mutuamente.
En efecto, tanto los EE.UU. como China, en compañía de otros numerosos Estados,
han acumulado arsenales de armas biológicas por décadas y todavía hacen uso de
ellas, han desarrollado y desarrollan investigaciones científicas sobre estas
armas (bacterias, virus, hongos y otros microorganismos letales) gestionadas
por sus aparatos militares y de las que colaboran círculos científicos
cómplices de esta actividad criminal. Hoy, siendo impopular la idea de hacer la
guerra con virus y bacterias, lo hacen tras la fachada hipócrita de la “defensa
nacional contra el bioterrorismo”: en realidad, ellos mismos han sido los
bioterroristas.
Entre acusaciones y mentiras de estado, en
tiempos de pandemia, una vez más resulta clara una verdad sobre la que hace
tiempo insistimos: todos los Estados son canallas.
Piero Neri
07/05/20