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La historia de una jornada especial
El 4
de mayo de 1886, en la ciudad norteamericana de Chicago, un valiente grupo de
trabajadores –muchos de ellos socialistas y anarquistas– se manifestó para
reclamar la jornada laboral de ocho horas en denuncia de las terribles
condiciones de trabajo impuestas por el joven capitalismo industrial. En la
Plaza Haymarket debieron enfrentarse a la represión luego de que un provocador
arrojase una bomba a la policía. Ese pretexto sirvió para llevar a juicio a
ocho trabajadores y, a pesar de una gran campaña internacional para su
liberación, cuatro fueron ejecutados en la horca. Uno de ellos era Albert
Parsons, importante dirigente obrero que ni siquiera estaba en el lugar de los
acontecimientos pero que igualmente se entregó para no dejar solos a sus
compañeros. Ellos fueron los famosos “mártires de Chicago”.
Desde
que, muy poco tiempo después, la Segunda Internacional lo propuso como Día
Internacional de los Trabajadores, el 1 de Mayo se convirtió en una fecha muy
importante para todos aquellos que se referencian en el socialismo. Como humanistas socialistas ya alejados de
un monismo teórico-programático que solo ve el “sujeto revolucionario” en la
clase obrera, se trata de una jornada que expresa la solidaridad más allá de
las fronteras, la fraternidad y el compañerismo y, como siempre, nuestro
posicionamiento con las mayorías explotadas y oprimidas por el sistema.
I.R.
30/04/20