
Argentina no es la excepción. Barrios
populares enteros, como Villa Azul, fueron militarizados “para ser protegidos”,
repercuten casos de represión y gatillo fácil por parte de la policía que “hace
respetar la cuarentena”, como Luis Espinoza en Tucumán y la comunidad Qom del
Chaco. Todo esto transcurre en un ensordecedor silencio por parte de Alberto
Fernández y de los organismos que, durante el macrismo, se decían campeones en
la defensa de los derechos humanos.
El Estado argentino –como todos– se
fundó y afirmó mediante guerras, racismo y represión. Tiene en sus anales el
exterminio indígena y la esclavitud, y la persecución a inmigrantes y judíos
desde el primer gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen. Incluso, luego de la
Segunda Guerra Mundial, cuando las democracias buscaban –con alto grado de
hipocresía– redefinir algunos de sus presupuestos para distinguirse de los
regímenes totalitarios, el Estado argentino con Perón fortalecía sus
instituciones escondiendo mal sus simpatías por el nazismo y el fascismo,
abriéndole las puertas a nazis fugitivos e integrándolos incluso en la función
pública. Más adelante, otros gobiernos populistas y liberales reciclarían a
siniestros personajes de la última dictadura. De todo esto está hecha la
democracia en Argentina. Así, frente a la extraordinaria situación de pandemia
que vivimos, no es de extrañar –aunque sí para enfrentar y denunciar– la
tendencia represiva en curso.
Sin embargo, y más allá de todos los
intentos autoritarios, la emersión humana se expresa potente y agente
conteniendo exigencias positivas, profundas e incancelables. Una –todavía vaga–
necesidad de convivencia humana mejor contra el racismo anima a millones en
EE.UU. y más allá, poniendo en jaque el mito democrático integracionista. Una
emersión que puede rastrearse muy diversamente, también en las personas que hoy
enfrentan la pandemia en primera línea cuidando la vida de todos, o en
aquellos/as que sostienen redes de apoyo ayudando a los más vulnerables. De
ellos (y con ellos) queremos partir para pensar y reaccionar juntos,
emprendiendo un camino posible y radical de mejoramiento de la vida en común.
Para ello nos seguimos comprometiendo por el desarrollo de ámbitos solidarios,
antirrepresivos y antirracistas, de unión humana y protagonismo consciente,
completamente independientes de los poderes opresivos y de sus lógicas
engañosas.
Comité de Redacción de Comuna Socialista
21/06/20