Publicamos un artículo editorial del
quincenal de nuestra organización hermana La Comune (Italia) de hace unas
semanas, que también podrán encontrarlo en el actual número de nuestro
periódico. Teniendo en cuenta el incremento del número de contagios en el país,
nos parece especialmente importante reflexionar sobre el significado de
“educarse en el riesgo”, lo que está muy eficazmente tratado aquí...
Educarse en el riesgo

Podemos buscar el coraje y el protagonismo
nuestro con las y en las personas más próximas, aquellas con las que construir relaciones
elegidas nutriéndolas y nutriéndonos del intercambio, el conocimiento, la unión
más profunda. Amigos, compañeros, amores de toda una vida o nuevos; que conocen
y conviven en nuestro mundo interno o empiezan a hacerlo, y a su vez nosotros
en el de ellos. Con quienes compartir ideas y no solo experiencias; elecciones
y búsqueda de valores, no solo las necesidades y el día a día. Con quienes
experimentar la búsqueda de una reciprocidad expansiva que alivie ansiedades y
miedos suscitados por el bombardeo de emociones negativas a las que estamos
sometidos, pudiendo descubrir recursos internos duraderos, no solo buscando
consuelos momentáneos. Con los que saborear el bien de una sentimentalidad
reflexiva y de una reflexión sentimental que puedan abrirse
al mundo en libertad positiva, lo que no encontramos en las relaciones
canónicas preestablecidas desde arriba y que, a menudo, aceptamos pasivamente.
Se puede saber de sí mismo/a, de los otros/as,
de nosotros; saber quiénes somos y cómo podemos ser en común para dar vida a
nuevas comuniones, venciendo la ignorancia inducida en la sociedad de
extraños que nos expone a riesgos mayores, porque se derrumba y termina
convirtiéndose en un todos contra todos al que hay que sustraerse. No se puede
construir sobre estos escombros. Desde el comienzo necesitamos partir de
quiénes somos y queremos ser como personas, en las posibilidades relacionales,
en las elecciones y en las perspectivas comunes para buscar la afirmación plena
de nuestras vidas que cambian y mejoran. Con todo el compromiso, los tropiezos y
las satisfacciones que implica el reconocer y buscar nuestra humanidad más
plena y la vida íntegra por amar y de la que empezar a hacer cultura, de lo que
pueden desprenderse reglas que inventamos y aprendamos juntos.
Usar el barbijo y cuidar el cuerpo y el
espíritu son consecuencias del aprender a elegir qué nos hace bien y qué no.
Podemos educarnos en los múltiples riesgos que perduran para afrontarlos e ir
más allá: nosotros no empezamos hoy pero hoy es, también, un nuevo inicio.
Comité
de Redacción de La Comune
16/05/20