Digámoslo claro: la flexibilización de
las medidas de confinamiento que anunció el gobierno no obedece a ninguna
cuestión sanitaria sino a razones políticas y económicas. La pandemia de
Covid-19 sigue desarrollándose a escala global, con realidades muy complicadas
en EE.UU. y el cercano Brasil, mientras que el virus amenaza con extenderse más
aún por India y el continente africano. Argentina no es la excepción en este
cuadro porque el número diario de contagios sigue siendo elevado.

Extrememos los cuidados. Para ello, es
necesario saber que hay en curso una escalada represiva policial-estatal que,
en estos meses de confinamiento, se llevó más vidas que en un año entero. A
propósito de ocultamientos, Alberto Fernández y los gobernadores nada dicen
sobre el aumento del “gatillo fácil” y la desaparición de Facundo Astudillo
Castro. Seamos cuidadosos de la salud. Tanto mejor lo haremos si sabemos que no
es cierto que las y los trabajadores, tanto los “esenciales” como los demás,
tienen todo garantizado y van y vienen en completa seguridad sanitaria.
Es necesario activar la conciencia con
especial atención porque hay peligros y riesgos latentes, que no menguarán
mágicamente, en primer lugar la difusión misma del virus: no hay que bajar la
guardia. No podemos confiar y delegar en los Estados, en los gobiernos y en las
patronales que se mueven según sus propios criterios e intereses, mezquinos e
instrumentales. Tampoco justificar la irresponsabilidad de muchas personas
comunes. La mejor forma de superar la emergencia juntos (y de contrarrestar las
irresponsabilidades que existen) es asumir criterios independientes y más
humanos, basados en el convencimiento de que nuestro cuidado favorece y se
amplifica con el bienestar de los demás. Esto requiere, y también nutre, una
consciencia más rigurosa y atenta, una idea más humana e íntegra, de nuestro
ser en común, a probar, experimentar y teorizar. Es el camino que ofrecemos y
estamos ante una muy buena oportunidad de seguir ensayándolo y ponerlo a
prueba.
La Redacción