La factoría porcina: un proyecto infame


A principios de julio se anunció, a través de la Cancillería, que el gobierno de Alberto Fernández está avanzando con China en un proyecto para la producción y exportación de cantidades gigantescas de carne porcina. Este proyecto entraña la posibilidad de un mega agronegocio que entusiasma a los grandes empresarios como Sigman, Grobocopatel y la Sociedad Rural y sus groseros propósitos de maximizar las riquezas del sector agropecuario y de la industria farmacéutica ligada a la ganadería. De concretarse este plan de exportación a gran escala el impacto negativo implicará un salto de calidad. Todo aquello que ya sucede por la dinámica agroganadera se verá magnificado: el avance indiscriminado sobre grandes porciones de tierra para cultivo y cría; enfermando, por un lado, a las poblaciones circundantes por la utilización de agrotóxicos y por otro, contaminando los suelos con las implicancias ambientales que de ello deriva. La destrucción de la ecología de innumerables especies por la dramática reducción de sus hábitats debido a la extensión de los campos de cultivo y granjas agropecuarias. La exposición a nuevos virus zoonóticos a partir del uso grotesco de fármacos y el ejercicio de la crueldad sin límites hacia a los animales. En síntesis, este cocktail mortífero y destructivo amenaza la vida en sus diversas formas, y ya ha sido, en numerosas ocasiones, el origen de distintas epidemias y pandemias.
Por otro lado, la perversa industrialización a gran escala de la carne trae aparejados problemas para los mismos poderes opresivos, inconvenientes que no atañen a los múltiples riesgos que se ciernen sobre las personas, sobre tantas especies animales y el medio ambiente. China tiene el antecedente, no muy lejano, de un brote de la peste porcina africana que redujo en altos porcentajes su producción de carne, por la cual descartaron de manera escalofriante a millones de cerdos infectados en fosas comunes. Para los poderosos, se trata de un incordio financiero, pero también la posibilidad de lidiar con las consecuencias nefastas, semejantes a las expuestas con la actual pandemia, suponen un contratiempo para sus intereses de dominio. Este posible acuerdo comercial representa una gran ocasión para el gobierno chino de exportar los riesgos y por ende las responsabilidades y encuentra en gobiernos, como el argentino, los brazos abiertos; evidenciando una de las tantas caras del desinterés por la vida de la gente y el medio ambiente.

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