De obsoletas y engañosas categorías está hecho el universo mitológico burgués. La política democrática, la academia y los multimedios de comunicación, enfeudados al sistema de control y opresión digital, son los ámbitos en los que se pergeñan sus definiciones sobre la situación del país. Queremos reflexionar sobre algunas de ellas formulándonos una serie de interrogantes.
¿Crisis económicas cíclicas o vivir para el mercado mundial?
La escasez crónica de divisas es el resultado de un peso siempre mayor de las importaciones sobre las exportaciones. Este desequilibrio termina condenando a los más postergados con abruptas devaluaciones –el peso argentino es la moneda que en el mundo más perdió contra el dólar en 2018 y 2019 –, con interminables procesos inflacionarios y de ajuste. Claro está que ellos siempre “ganan”: la depreciación y la multiplicidad de tipos de cambio son los mecanismos que permiten a las burguesías locales afrontar menores costos salariales en términos de valor internacional.
¿Industrialización o ficción neodesarrollista?
Al igual que en los años ‘90, el tipo de industria automotriz y electrónica que descolló durante la década kirchnerista y se repropone hoy es subsidiaria de las multinacionales y su función es el ensamblaje, con una fuerte demanda de insumos importados que succionan aún más las divisas nacionales.
¿Inclusión o pobreza metabolizada?
Los años de bonanza económica (2003 a 2011) no se explican solo gracias al aumento de la inversión en materias primas o commodities por parte de las potencias. También por las conquistas patronales precedentes, como la precarización laboral (¡hoy es del 60% entre los jóvenes!) y una enorme fragmentación salarial de los trabajadores. Por eso es que el repunte económico jamás llegó al 30% de la población más pobre. En la actualidad, catástrofes macrista y pandémica mediante, la pobreza supera el 40%.
¿Legal? ¿Legítimo?
Las tomas de tierras en la Patagonia y en Guernica nos permiten evaluar el vínculo entre lo legal –aquello inscripto en el cuerpo de leyes de un Estado– y lo legítimo –la capacidad del poder estatal para obtener obediencia voluntaria de la sociedad. El derecho a una vivienda digna y el derecho a la propiedad privada son legales. Lo son también las normas de regularización definitiva para los casi 4500 asentamientos populares así como la incorporación de los inmuebles ociosos destinados a hacer frente al déficit habitacional. ¿Qué vale más para vos?
No hay dudas de que para los poderosos la prioridad del derecho de propiedad justifica la amenaza de un desalojo violento y la puesta en riesgo del “supremo” derecho a la vida. El peronista excarapintada Sergio Berni se postula para liderarlo. Preparan esta intentona totalitaria buscando legitimidad. Quieren conquistar tu conciencia para que defiendas sus mezquinos intereses. Logran empalmar con cierta lógica propietaria presente en muchos de los más humildes que prefieren enfrentarse a quienes han ocupado tierras para no dejar de comer. También ellos los tachan de usurpadores. Es triste sentir que los súbditos hacen depender su “seguridad” no del cuidado y la solidaridad desde abajo, sino de la tiranía de sus propios verdugos.
¿Creés que sea posible dejar de esperar las migajas de una minoría de monopolistas y especuladores salvajes que nos condenan a alienarnos, a pensar nuestras vidas como un medio para trabajar? ¿Quiénes han sido y son los verdaderos usurpadores de la tierra, los mapuches o la Benetton Group? ¿Los pueblos originarios o los criminales de la Conquista del Desierto y de la guerra de la Triple Infamia? ¿Los defensores del latifundio o quienes intentan una relación respetuosa con la naturaleza?
Si estás del lado de la humanidad de quienes buscan realizar su dignidad junto a las personas más solidarias, te proponemos ser protagonista de ámbitos de comunión benéfica independiente. La batalla es también por la vida de la Tierra y sobre la Tierra y exige sustraerse de las decadencias cristalizadas en las instituciones dominantes y en las sociedades estatales.
Mario Lux