La ONU condenó las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Más allá de la hipocresía de los Estados –todos represores y asesinos– y de la obscena negación de kirchneristas y sectores de izquierda, ¡claro que el régimen de Nicolás Maduro es criminal! Es una dictadura nacida de una democracia, en la que perviven algunas formas democráticas (cada vez menores) y que encarcela, tortura y mata. Agregamos que las condiciones de vida del día a día son irrespirables, con un 80% de pobreza extrema, salarios que no sirven para nada y nulas posibilidades de enfrentar la emergencia sanitaria. Algo de responsabilidad también cabe a las sanciones económicas internacionales que ahogan más aún a la población.
Frente a esto, muchas personas
(más de cinco millones) eligieron emigrar. Pero también hay una novedad en las
últimas semanas: significativas movilizaciones populares en los estados de
Yaracuy, Sucre y otros más en denuncia del gobierno y la carencia de servicios
básicos, como el agua o la electricidad. Parece ser que una muy inicial
reacción desde abajo está surgiendo desde el interior del país, donde la tenaza
de represión y asistencialismo no es tan estrecha como en la capital Caracas.
Desilusionada por una oposición política particularmente servil y dividida, la
gente común de Venezuela tiene el enorme desafío de sobreponerse a la
combinación de emergencias para seguir defendiendo su dignidad.
Ignacio Ríos