El
Movimiento San Isidro de Cuba está compuesto por artistas e intelectuales que
comenzaron a organizarse en 2018 en rechazo a las políticas oficiales de
regulación y control del arte. A fines de noviembre iniciaron una huelga de
hambre contra la detención del rapero Denis Solís que fue reprimida por la
policía. Tal prepotencia hizo que numerosos artistas, personas de la cultura y
gente solidaria manifestaran frente al Ministerio de Cultura en La Habana y
obligaran a las autoridades a escuchar sus justas demandas de una mayor
libertad de expresión. Luego de aquella audiencia, el aparato de seguridad
comenzó a hostigar a los artistas e impedir que salgan de sus casas: métodos
que conocen muy bien las Damas de Blanco, los periodistas y bloggeros/as
independientes y, en general, cualquiera que sea crítica al régimen que, al día
de hoy, está utilizando las medidas sanitarias ante el Covid-19 para reprimir y
encarcelar.
En
una Cuba sometida hace décadas por una sofocante dictadura de partido único,
estas expresiones no suceden todos los días. Hubo un antecedente reciente a
mediados de 2019, cuando una valiente concentración de defensores de los
derechos de los homosexuales fue disuelta rápidamente por la policía. El coraje
de quienes desafían la represión para defender el derecho a la libre expresión
artística pone aún más de manifiesto la cobardía de la izquierda
“antiimperialista” y de la intelectualidad “progresista” que se solidariza
acríticamente con este régimen liberticida y repleto de crímenes.
Ignacio Rusell