Más que nunca: atención y cuidado (también de la política)

La pandemia se agrava, con cada vez más muertes y contagios y menos camas de terapia intensiva disponibles. ¿Qué hacen oficialismo y oposición? En vez de invertir todo su tiempo en poner todos los recursos estatales a disposición con algún tipo de coordinación entre las jurisdicciones (priorizando la campaña de vacunación), están reavivando la grieta de forma totalmente irresponsable, acusándose entre sí para sacar rédito político-electoral. Todos son responsables de esta conducta mísera y mezquina, que expresa la decadencia irreversible de la política democrática: Alberto Fernández, Rodríguez Larreta, Kicillof, Macri, Cristina, Patricia Bullrich...

A su vez, sus peleas avivan las fisuras por abajo, planteando una situación de posible enfrentamiento y de enemistad activa y además proveyendo de argumentos a los que no se cuidan y ponen en riesgo a todas/os. Es necesario decir que, además de la irresponsabilidad que emana desde arriba –y también de la locura de los medios de comunicación y de la (des)información de internet–, hay mucho descuido y superficialidad a nivel social, un derivado de la descomposición que afecta a todas las sociedades estatales. Se trata de un escenario potencialmente explosivo del que pueden provenir distintas reacciones negativas, de las que hacemos responsables desde ahora tanto a gobierno como a oposición.

Por otro lado, hay mucha gente sensibilizada y preocupada pero que se siente abandonada, desamparada, confundida. En parte no se la puede culpar: el mismo gobierno que hace poco promovía el turismo en Semana Santa, ahora restringe la circulación y cierra los colegios. La oposición “pro” se presenta como defensora de la presencialidad en las aulas cuando ha demostrado en repetidas ocasiones que no le importa nada la educación y condena a la miseria a las y los docentes. Alberto Fernández dice priorizar el bienestar de la gente pero, al mismo tiempo, amenaza con la presencia de más fuerzas federales y ejército: garantía de más represión, violencia y gatillo fácil. Las/os trabajadoras/es de la salud, muy cansadas/os, son la primera línea de defensa de la vida de todas/os y a quienes más tenemos que escuchar junto a la comunidad científica, pero ya no se sienten considerados y algunas/os salen a las calles -justamente- en reclamo de mejores condiciones laborales, como en Neuquén.

La menor tasa de contagio en los colegios en comparación con otros ámbitos indica que es posible cuidarse mientras se piensa y se actúa: depende de la voluntad y la atención de los sujetos implicados. Ante la irresponsabilidad de Rodríguez Larreta y los vaivenes del gobierno nacional, pueden pensarse maneras alternativas para garantizar el encuentro humano directo entre las y los alumnos con sus docentes mientras se cumplen con todas las condiciones de prevención sanitaria, sin tener que confiar en las nuevas tecnologías, nocivas y traicioneras. Como su nombre lo indica, la “virtualidad” impide la posibilidad de aprender y enseñar.

Es necesario activar nuestro protagonismo y, con él, nuestra empatía, nuestra solidaridad, la comunicación, la escucha, la atención, el respeto, el cuidado que también se suscita en los demás, con delicadeza pero con la intransigencia que preserva el bien común: por la calle, en el transporte público, en nuestras casas, en el trabajo, entre nuestras compañeras y compañeros, amigas y amigos. Comenzar a sacar conclusiones después de un año de pandemia: saber en quién confiar y en quién no, qué medidas siempre hay que tomar (barbijo, distanciamiento, lavado de manos, entre ellas), distinguir lo prioritario, señalar aquello que nos está desviando de lo realmente importante. Elegir, justamente, ser más humanos y más sabios ante la inhumanidad irresponsable y patética de la política democrática en decadencia.

 

La Redacción