(6 de septiembre – 9 de diciembre)
La Campaña de Autofinanciamiento
(CDA) de Comuna
Socialista y nuestra Corriente Internacional
Humanista Socialista es una tradición
para nosotras y nosotros, que vamos renovando en contenidos a la vez que
profundizamos sus fundamentos y radicalizamos su práctica. Apenas un año atrás
hicimos una exitosa CDA en la que recogimos más dinero del que proyectábamos en
un período difícil por la pandemia y la crisis económica. Situaciones similares
han vivido nuestras compañeras y compañeros de La Comune en Italia y de Socialismo Libertario en el Estado español. Es la comprobación de
la fuerza de las personas cuando se unen en ideas y prácticas en pos del bien
compartido.
Vivimos una época de mucha incertidumbre. Las certezas, las referencias con las que se ha vivido durante mucho tiempo hoy casi no existen y, si bien esto puede abrir la puerta a nuevas creaciones, también es cierto que hay un vacío teórico y valorial inmenso que obstaculiza las mejores búsquedas.
Los poderes opresivos tal cual los conocimos hasta ahora están en plena y acelerada decadencia. El sistema político democrático global no existe más, como se explica en las primeras páginas de este periódico, y nuevos órdenes opresivos se reacomodan. De todas formas, hay rasgos comunes a todas las opresiones: todas obstaculizan las posibilidades de pensar, de elegir, de sentir más libremente y en profundidad los mejores valores humanos para vivir. Exaltan el hacer alienado y la emocionalidad más superficial para que las personas no se reconozcan en sus recursos comunes más positivos y de fondo. Por eso es tan importante tratar de partir de aquello que más podemos tratar de conocer y de lo que estamos más seguros: nosotras y nosotros mismos, nuestras aspiraciones, búsquedas y capacidades para explorarlas juntos. Si probamos pensar así, comenzaremos a darnos cuenta de que nadie puede quitarnos la posibilidad de elegir quiénes queremos ser en la vida y cómo orientarnos. Y ahí retorna la importancia de los valores, porque ellos son la guía fundamental. ¿Por qué valores queremos hacernos guiar?
Hablemos de valores
Es
común que escuchemos o directamente pensemos que ya nadie le da importancia a
los valores. Es decir, a esos criterios humanos (no hablamos de reglas
estatales) morales y éticos estables que dependen de aquello que sentimos y
pensamos que puede
hacernos
afirmar para mejor y mejorar nuestra vida; que constituyen las relaciones y la
convivencia humana y permiten que sean potencialmente benéficas y equitativas para
todas y todos. Muchas personas afirman que los valores no serían necesarios
porque todo es siempre relativo o que de lo que se trata es de adaptarse a los
desvalores dominantes: el egoísmo y el arribismo, que están siempre asociados a
una buena dosis de indiferencia respecto de las condiciones de existencia de
los demás. Hubo un tiempo en que el compromiso político estaba en cierta medida
asociado a valores. Hoy en día la política democrática no es creíble. Casi
todos se dan cuenta de que
los presuntos valores democráticos actualmente son solo un discurso que jamás
se cumple y, como se nota sobre todo en tiempos de elecciones, que el valor más
importante es el de acceder a alguna porción de poder para luego conservarla. Quien
se compromete en política de buena fe hoy en general lo hace evitando males
mayores y casi nunca por la positiva. A su vez, quien lo hace en las
organizaciones de izquierda suele subestimar este problema porque, de acuerdo a
sus concepciones, mejorar la vida es una cuestión de Estado y de economía y no
de cómo son las personas, lo que los ha hecho entrar en un insoportable y febril
electoralismo. Esa es una de las razones por las cuales a veces los valores no
están muy presentes ni siquiera entre ellos mismos… Tampoco podemos esperar
mucho de los valores de la familia patriarcal, el lugar principal de la
violencia hacia las mujeres, las niñas y los niños.
Aun
así, no dejamos de encontrar a mujeres y hombres que tratan de vivir con
valores positivos. La solidaridad también es parte de la cotidianidad. Lo
verificamos mucho –y lo hemos contado en este periódico– durante este año y
medio de pandemia, cuando vimos a tantas personas que se preocupaban por cuidar
a los demás. La solidaridad es una constante que no puede ser cancelada
totalmente y suele ser un recurso para enfrentar las necesidades económicas, o
es palpable entre las mujeres que se ayudan para superar una situación de
violencia patriarcal. Valorizar estos gestos es un primer paso importantísimo,
pero para ir más allá es necesario encuadrarlo en un proyecto ideal y práctico
más profundo y continuativo. Esa es la perspectiva en la que nos comprometemos
las compañeras, compañeros, amigas y amigos de Comuna Socialista. Un compromiso independiente también
materialmente y
para el que te estamos pidiendo apoyo a través de una donación de dinero.
Rescatar los mejores valores humanos es también un compromiso activo y combativo en contra de la lógica de la delegación estatal, funcional a la malicia de los poderosos de toda calaña y la que se propaga desde abajo.
Unirnos y ser protagonistas
En esta campaña, queremos hablar de valores intentando ponerlos en práctica. Encontrarnos y conocernos por los valores que buscamos, cuestiones de las que hablamos poco pero que representan uno de los aspectos más preciosos de nuestra intimidad. Queremos proponernos ser protagonistas, dar batalla en primera persona para ser mejores en esto y estimularlo en los demás para que nos ayuden.
Realizar
una campaña de autofinanciamiento es parte del preguntarse sobre nuestro
protagonismo en la vida, qué buscamos, quiénes queremos ser. De apropiarnos de
nuestra capacidad de pensar y orientar mejor nuestras esencias y existencia por
el bien y la libertad, sabiendo que cuanto más unidos estén estos dos valores y
a cuantas más personas alcancen, mejor será nuestra vida y la de los demás; de
hacer de nuestras prácticas un actuar más consciente y autoconsciente para mejor. En esta Campaña se trata de poder encontrar a las personas, conocerlas gracias a la escucha y darse a conocer, debatir ideas (para eso publicamos este
periódico) con curiosidad, respeto y humildad. Recuperar la atención por los demás y por lo que nos
rodea, tan deteriorada por el abuso masivo
y permanente de dispositivos electrónicos; compartir la belleza de las propias elecciones e interesarse por las de los
demás, sin dejarlas ocultas bajo el manto de las obligaciones. Descubrir y
ejercitar con convicción la generosidad,
que es una premisa indispensable para la independencia material y teórica; todo
esto sin abandonar el cuidado
recíproco, tan fundamental en tiempos de una pandemia aun en curso.
¿Cómo
podemos imaginar la práctica de todo esto con nuestras amigas y amigos, con cada
persona que conocemos y conoceremos durante la campaña? En los equipos de Comuna Socialista, que en estos tres
meses esperamos que
involucren a todas y todos aquellos que quieran ser activistas de esta campaña,
compartiremos semana a semana las reflexiones que nos suscitan los mejores
valores humanos y el significado que tienen para las personas con las que nos
encontramos.
Cada
persona busca el bien de alguna manera y tiene, a su modo, un pensamiento
acerca de los mejores valores para vivir. Pensemos en cómo puede ser en cada
caso y vayamos activamente al encuentro de las personas para pedirles una donación
para apoyar un compromiso por los mejores valores humanos. El dinero, que es
parte de la materialidad constituyente de nuestro proyecto, es parte de
nuestros fines porque es expresión de los valores que queremos compartir y de
la búsqueda de su concreción. Por eso con la Campaña nos podemos hacer más
ricos todas y todos los que la hacemos posible de múltiples maneras (haciendo
una donación grande o pequeña, pidiendo dinero, dando a conocer la Campaña…), porque
nos mejoramos humanamente en valores y porque aumentamos las posibilidades
materiales de realizar y expandir esta perspectiva. ¿Te parece, entonces, hacer
una donación?
PODÉS HACER TU DONACIÓN
Cuenta bancaria Banco Francés
BBVA Número: 3534697/9 (Caja de Ahorro)
CBU: 0170035040000003469792
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Sujetos de libertad
En pos de la libertad se llevaron a cabo actos de coraje extraordinarios, se produjeron revueltas, se dieron vida a movimientos y revoluciones de diversos signos e importancia. Si nos detenemos a pensar, todas/os nosotras/os, desde niñas/os, experimentamos, sin saberlo, nuestra libertad, como la de agitar los brazos e ir a los tropezones hacia nuestra mamá, la de llevarnos todo a la boca o la de mirar a un desconocido. No nos gusta que nadie nos imponga dónde estar, a quién saludar o cómo jugar. Nuestro deseo de libertad crece y explota con el Big Bang conciencial: nos damos cuenta de que tenemos capacidades y limitaciones, consideramos posibilidades que antes no habíamos examinado, buscamos a las personas de un modo nuevo y nos sentimos particularmente descontentos ante las restricciones de diferente tipo, empezando por las familiares. En busca de la libertad nos encontramos haciendo cuentas con dos tipos de limitaciones diferentes: las impuestas desde el exterior en razón de los intereses de las minorías o de un presunto bien común y las que nosotras/os mismas/os nos imponemos al no conocer nuestras potencialidades. Combatir sin tregua las primeras va de la mano con liberarnos de manera convencida de las segundas afirmándonos como mejores personas.
Fronteras y otras constricciones
Quien vive bajo una dictadura sufre cotidianamente la privación de las libertades elementales: sátrapas y déspotas, junto a sus acólitos, retienen en la esclavitud a millones de personas, intentan regimentar y controlar desde la cuna la vida de las personas, especialmente la de las mujeres, penalizando toda desobediencia con la reclusión, la tortura o la muerte. En comparación, los Estados democráticos ciertamente conceden márgenes mayores y, también por esta razón, se presentan como el mejor de los mundos posibles, la presunta cima del progreso social. Sin embargo, en la vertiginosa decadencia del sistema de dominio estadounidense, su carácter opresivo se pone cada vez más al descubierto: pensemos solamente en las fronteras que se convierten en cementerios para los inmigrantes en busca de salidas de emergencia, en las leyes que reprimen las elecciones de las mujeres, en la explotación en los ámbitos laborales o en la censura evidente o bien sutil. La libertad consiste en la posibilidad (por supuesto, solo para los ciudadanos) de decidir entre rígidas opciones preestablecidas, siempre condicionadas por las posibilidades económicas, por la familia de proveniencia, por el género, la edad, etc… Está la escuela, los estudios universitarios, el trabajo e incluso la boleta del candidato a poner en el sobre en el triste y escuálido panorama electoral. Está la web que, mientras genera la ilusión de garantizar la libertad, en realidad está mortificando y controlando, y hoy hasta parece, fuera de toda realidad humana, que se puede elegir a qué genero pertenecer: diversas opciones, reales o supuestas, pero todas internas al cuadro existente, estatal y patriarcal, que en su conjunto no cambia ni debe cambiar. En resumidas cuentas, se puede elegir el marcador pero no se necesita salir de los bordes ni, por ninguna razón, hacer cambios en el dibujo.
¿Qué libertad?
Es como si no hubiera escapatoria entre
una idea restrictiva y propietaria de la libertad que “termina donde empieza la
del otro” y una idea de libertad separada de los demás e inspirada por el más
vulgar cualquiercosismo moral con el que “hago lo que se me canta”. En realidad,
son dos caras de la misma moneda: la libertad negativa. Esta última se
apoya en una visión profundamente deformada de las subjetividades humanas en la
que domina el individualismo más salvaje y en el que el otro o la otra es, ante
todo, un obstáculo; al final necesariamente triunfa la voluntad superior del
Estado.
Quizás la primera de las libertades resida
justamente en sustraerse de todo esto y en redefinir nuestra libertad: rastrear las raíces íntimas de este valor tan
poderoso aunque escurridizo, teorizarlo y experimentarlo en la vida,
sustrayéndonos de la propaganda política, de las referencias abstractas e
instrumentales y de las banalizaciones corrientes.
Buscamos una libertad positiva, es decir, cualificada por la idea del bien común que nos venimos formando. La libertad efectivamente es una condición necesaria para la búsqueda del bien pero, al mismo tiempo y de forma inseparable, el horizonte del bien que anhelamos nos orienta en el ejercicio de nuestra libertad, la define, la orienta y la llena de contenidos. Pensemos en lo que estamos viviendo: con el fin de contener la difusión del virus, todas/os nosotras/os estamos haciendo renuncias pero en virtud de la salvaguarda de la salud y, esperemos, aprendiendo a cuidar mejor los unos de los otros. En este sentido, buscar la libertad, en todos los planos de la vida, sobre todo puede significar dar lo mejor de sí con y por los demás, vivir la propia búsqueda como motivo sugerente y amplificador de la de los otros y no como una privación o prevaricación, dejándonos inspirar por la libertad femenina tendencialmente más íntegra y comprensiva hacia los demás. En suma, está en nosotros la posibilidad de elegir cómo entender la libertad: ¿como la del agite y el descontrol o como la de la diversión con cuidado? ¿Como libertad de dejarse llevar sin frenos por la tormenta emotiva o la de cultivar nuestra reflexión sentimental? ¿Como triste consumo de relaciones sexuales desprendidas, o vivencia de las más dulces o más audaces caricias dentro de la reciprocidad y búsqueda de entereza? ¿Como “libertad” de someterse resignados al destino o de emerger esperanzados junto a los demás?
Mejor juntos
Este enfoque comporta pensarnos los unos con los otros, como sujetos activos de la libertad y del bien: desarrollando la personalidad propia, descubriendo las respectivas vocaciones y cualidades y corrigiendo los errores; construyendo relaciones fuera de los esquemas por estar improntadas por el conocimiento paciente, los acuerdos argumentados y los desacuerdos explícitos pero también por las mediaciones inevitables, útiles y necesarias; creando, en tanto protagonistas, nuevas agregaciones humanas improntadas por valores compartidos, aprendiendo el rigor necesario en búsqueda del bien y siendo conscientes de las renuncias que toda elección comporta. Esta libertad subjetiva que es la libertad de las subjetividades que se componen entre sí radica en el descubrimiento de nuestras potencialidades más íntimas y puede impulsar la liberación. Nuestra conciencia es un extraordinario tesoro de libertad por descubrir si nos desembarazamos de las constricciones que nos imponen o que nos imponemos: podemos imaginar mundos nuevos, emocionarnos sin perdernos, reflexionar sin por ello dejar de emocionarnos, recordar para aprender de lo que pasó; podemos hacernos de una idea de la vida juntos. Es sobre estos recursos humanos extraordinarios, temas de teoresis y de experimentación viva para la Corriente Humanista Socialista junto a La Comune, en donde puede basarse la perspectiva de una cultura alternativa de la vida y de las comuniones que nos proponemos fundar, mientras que inseparablemente enfrentamos las ideologías y el actuar liberticida de los enemigos de la humanidad y de sus secuaces. La Campaña de Autofinanciamiento que realizamos todos los años representa, para nuestra obra, una garantía de independencia respecto a las instituciones estatales, un símbolo de la libertad positiva de acomunar más que de acumular y la posibilidad de buscar el bien a nuestra manera enriqueciéndolo gracias a la contribución, naturalmente libre, de todas y todos.