Más novedades del patriarca

Por Mariana Camps.

No sorprende saber que Maradona aprovechó su fama y su poder para tener, durante dos años y ya retirado del fútbol, una relación con una joven cubana de 16 años a la que sometió y humilló en muchas ocasiones, como ella misma ha denunciado recientemente. Tampoco saber que el “amigo de Cuba” recibió la ayuda de Fidel Castro, quien autorizó que Mavys Álvarez, la mujer en cuestión, pudiera viajar a Buenos Aires mientras estaba terminantemente prohibido para cualquier cubano salir de la isla. Los dos patriarcas se dieron la mano: Maradona apoyaba la dictadura castrista públicamente y, a cambio, podía gozar de todo tipo de privilegios negados para los locales, además del “acceso” a las mujeres que quisiera. El tema en cuestión es que esta alianza patriarcal vive y revive en cada expresión de amor incondicional al “astro”. Se reivindica al caudillo, al ídolo popular y al Estado; todos ejes de la epopeya latinoamericana. Los principales protagonistas son todos bien machos, la violencia hacia las mujeres es aceptada y la única libertad es la de consumirlas y vejarlas.

Mientras esperamos el posible –aunque improbable– rescate de alguna feminista maradoniana (la esperanza es lo último que se pierde) nos preguntamos: ¿por cuánto tiempo más habrá que soportar el triste relativismo moral burgués y patriarcal que une sin pudor a periodistas, público futbolero, machistas descarados y a mujeres cómplices para seguir impugnando las denuncias por extemporáneas y dejar a salvo a un dios intocable? ¿Hasta cuándo habrá que justificar la violencia de los frustrados y su misérrimo placer de sentirse fuertes humillando? No lo sabemos, pero estamos seguros de que nos ubicamos, y queremos seguir ubicándonos, siempre del otro lado (del lado de las mujeres que sufren y de las que reaccionan). Y de que esbozos de una cultura benéfica de y para las mujeres y los hombres necesitarían estar rigurosamente bien distantes de ese lodo.