Por Ignacio Ríos.
Actualmente hay, en Colombia, un
proyecto de autopista (la carretera “Pacífico-Orinoco”) que uniría el país de
lado a lado. El problema es que afectaría numerosas lagunas de los páramos del
Valle del Cauca, donde habita el pueblo indígena Nasa. Además de estar cargadas
de significados espirituales para esas comunidades, las lagunas contribuyen a
la regulación de los flujos hídricos y la reducción de gases de efecto
invernadero. Las denuncias de los Nasa encuentran la oposición, no solo de las
empresas inversoras y del gobierno del represor Iván Duque, sino también de los
narcos. El Valle del Cauca es una zona estratégica para el narcotráfico ya que,
además de ser una región de cultivo y producción de cocaína, ofrece una salida
al Océano Pacífico. Es así como las bandas armadas amenazan a los Nasa por interponerse al
“avance del desarrollo que necesita el país”. No están bromeando: decenas de
ecologistas, activistas por el medio ambiente y líderes indígenas son asesinados
en Colombia todos los años.
Las amenazas, los asesinatos y la
confrontación entre grupos armados que se disputan el territorio son de las
principales causas de la gran cantidad de desplazamientos forzados en Colombia.
El de esta carretera es un buen ejemplo de la sociedad de intereses entre gobierno,
empresas y narcos en pos de un “progreso” que incrementa sus negocios afectando
directamente la naturaleza primera y las comunidades que viven allí. Los Nasa
se defienden a sí mismos y siguen alzando la voz, con mucha valentía y
dignidad.