En los deportes y más allá: ¡saquen sus garras de la identidad femenina!

Por Carla Longobardo.

Una nueva regla del Comité Olímpico, que entrará en vigor después de las competencias invernales de Pekín 2022, establece que “los atletas podrán competir en la categoría que mejor representa su género de elección”. Se acabaron los estudios médicos para verificar el “sexo” de pertenencia. Puertas abiertas para cualquier varón que se sienta mujer. La están llamando “inclusividad” pero, en realidad, se trata del delirio de la ideología, tan de moda en esta época de decadencia, que borra la existencia de las diferencias entre los géneros y con ella toda fundamentación natural y biológica del ser humano. No solo esto plantea la defensa del derecho de las atletas femeninas a competir con adversarias sobre la base de los mismos parámetros físicos (como reivindica hace años una campeona del tenis como Navratilova). Se juega una partida mucho más grande: si son negadas las prerrogativas de los dos géneros que constituyen la especie humana, se está negando el origen femenino de la vida y la posibilidad de mejorarnos reconociendo las peculiaridades más benéficas de esta matriz común.