La defensa y el cuidado de la vida

Por Giovanni Marino

Dio la vuelta al mundo la imagen de la mujer sin vida a causa del frío y el cansancio, tirada en la nieve en la frontera entre Irán y Turquía. Provenía de Afganistán, país martirizado luego de cuarenta años de guerra y que estuvo en el foco de los noticieros de fin de año pero rápidamente fue dejado de lado por el mainstream global. Estaban con ella sus hijos de 8 y 9 años, salvados gracias a su sacrificio (la mujer se sacó sus calcetines y se los dio para protegerlos del frío intenso) y luego debido a la ayuda de algunos habitantes de Belesur, un pueblo iraní de las cercanías.

En esta desgarradora noticia es posible reconocer a los enemigos de la humanidad, responsables de decenas de miles de muertes todos los años: es el drama cotidiano de los refugiados, que se fugan de las guerras, y de todas/os aquellas/os que se ponen en camino buscando un futuro mejor. En todas las latitudes y fronteras estatales, desde Siria hasta Afganistán, del Sahara a la frontera entre Estados Unidos y México, desde Lampedusa hasta Trieste: su sufrimiento es provocado o enormemente agravado por los muros, el alambre de espino, las leyes estatales excluyentes, los ejércitos y las policías, la indiferencia y el egoísmo.

Al mismo tiempo, el gesto de la madre salvando a sus hijos nos indica algo universalmente verdadero, presente tanto en las grandes tragedias de la historia como en los miles de gestos cotidianos a tal punto de ser dado por descontado. O, peor aún, negado con el objetivo de esconder las extraordinarias potencialidades que conlleva: la vida humana es hecha posible todos los días sobre todo gracias a la obra de cuidado del que el género femenino es especialmente protagonista y artífice.

Publicado en La Comune Online