Solidaridad con las movilizaciones en Perú: para defender la dignidad, no delegar en los políticos corruptos

Desde la destitución de Pedro Castillo viene recorriendo el Perú un proceso de movilizaciones que ponen en primer plano demandas reales y justas. Ante la enésima muestra de decadencia imparable del sistema político democrático (en el que Poder Ejecutivo y Poder Legislativo chocan sistemáticamente y se sacan y ponen presidentes con total desprecio de las decisiones de la gente), las mayorías populares reaccionaron y optaron por salir a las calles, como ya habían hecho en 2020, para denunciar a la casta de políticos corruptos, a los militares y a la policía, a los grandes empresarios y a los medios de comunicación tradicionales. Esta élite minoritaria que acapara los negocios y las riquezas del país a costa del medioambiente es la garante de la enorme desigualdad existente, con elevados índices de pobreza e informalidad.

No es casualidad que el corazón de estas movilizaciones lo constituyan las y los representantes del “Perú profundo” del interior del país que sufren cotidianamente el desprecio y el racismo de las minorías dominantes y buscan condiciones dignas de existencia y libertad de expresión. La solidaridad de otros sectores en movilización y huelga, como trabajadores, docentes y la juventud estudiantil, se hizo sentir cuando empezó a arreciar la represión con sus decenas de muertos, todos ellos responsabilidad de Dina Boluarte. Esto confirma los rasgos bélicos y asesinos de todos los Estados y, en consecuencia, la necesidad de exigir activamente el fin de la represión y del estado de emergencia.

¿Cómo hacer crecer las exigencias del “Perú profundo”, de las mujeres y hombres protagonistas de estas jornadas, a quienes acompañamos y les transmitimos (y recibimos de ellos y ellas) fortaleza? Es claro que de ninguna manera eso puede suceder confiando y delegando nuevamente en los políticos, todos corruptos. A sabiendas del carácter injusto y antipopular de la Constitución de Fujimori, pensamos que la opción de la Asamblea Constituyente entraña el riesgo de entrar en el terreno que más les gusta a los políticos decadentes, insensibles y racistas, con toda la danza de elecciones y discusiones parlamentarias que ello conllevaría. Es lo que en Chile se reveló como una trampa que contribuyó a debilitar las enormes protestas que hubo en aquel país y que, a la postre, se canalizaron en un fallido intento de nueva Constitución y en una desilusionante presidencia. Sin ir más lejos, el mismo Pedro Castillo –que tenía en su programa la Asamblea Constituyente– había traicionado las demandas populares al poco tiempo de asumir y nunca ocultó sus posiciones retrógradas respecto a los inmigrantes y a la libertad de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos. Justamente por eso es que el crecimiento de la perspectiva independiente solo es posible tomando neta distancia de Castillo, como ya hacen algunos sectores movilizados.

Las esperanzas y las perspectivas mejores y las posibilidades de mayor independencia de pensamiento y acción residen, justamente, en las y los mismos protagonistas de estas jornadas de lucha, en sus mismas discusiones, reuniones de base y asambleas. Concentrarse en ello, en el intercambio y el conocimiento recíproco, puede ser un fin en sí mismo y también la manera más segura de defenderse en común de la represión y de los engaños y avanzar hacia la búsqueda de justicia y dignidad.

09/02/23

Hoy jueves 9/2

Movilización a Plaza de Mayo

Av. de Mayo y B. Irigoyen

18.00 hs


Tel. 011-5243-7176