Editorial: Por un compromiso independiente, más humano (y coherente contra las derechas neofascistas)
Hay una relación bastante clara entre
utilizar la histórica movilización del 24 de marzo como instrumento para
defender la candidatura de Cristina Kirchner y que luego ingrese la policía
cual patota a la casa de los choferes en huelga luego del asesinato de un
compañero en un grave hecho de inseguridad en el conurbano bonaerense. En ambos
casos, se antepone la defensa del propio poder negativo a la posibilidad de
acompañar a las personas comunes en su exigencia de justicia. La prepotencia de
quien goza de los recursos estatales es el denominador común. El primer caso es
mucho más grave, pero ambas circunstancias condensan inmoralidad.
Más allá de las situaciones
mencionadas, está claro que algo así no es exclusivo del kirchnerismo ni del
peronismo. El discurso de los representantes de Juntos por el Cambio destila
desprecio por los más humildes e instila sumisión ante los ricos y poderosos.
Pero mucha gente confía en que el peronismo represente una barrera de
contención para los peores padecimientos de la población, por lo que es
importante recordar que no lo fue ante las exigencias usureras del FMI que hoy
están ahogando la vida cotidiana de las grandes mayorías y que tampoco lo es
ante los discursos de mano dura que enarbola sin contradicciones el protegido del
kirchnerismo, Sergio Berni.
La cuestión es que todos los sectores
políticos, con sus desvalores deplorables y decadentes, han contribuido a
generar un caldo de cultivo favorable al crecimiento de discursos y fórmulas de
ultraderecha y neofascistas que hoy tienen un peso electoral, de cara a los
comicios de octubre, impensable años atrás. Personajes detestables como Javier
Milei o Patricia Bullrich encuentran apoyo en los sectores más retrógrados de
una sociedad en la que las personas se sienten extrañas entre sí y en la que se
incuba la frustración individualista.
Un triunfo de estas derechas
representaría un grave ataque a las condiciones de vida, a las libertades de
expresión, manifestación y a los derechos humanos y de las mujeres; por lo que
un compromiso para detener esta posibilidad es fundamental. Pero más efectivo y
duradero será ese empeño si se basa en la expresión y acción directa de las
mejores personas y de las organizaciones solidarias y de izquierda que
–uniéndose de manera independiente– contribuyan a comprender la necesidad de
cuidar la dignidad humana y promuevan el respeto por las personas más
vulnerables como motivo de enriquecimiento humano. Esta perspectiva, y no la
delegación en los políticos y las instituciones, es el camino más útil que se
puede emprender para exigir mejores condiciones de vida. La independencia
frente a la burguesía siempre proporciona mayor libertad de pensamiento y de
acción y fortalece a los sectores populares. ¿No vemos eso en las luchas que
logran vencer y obtener sus reclamos, como en el caso de las asambleas
vecinales que consiguen frenar la construcción de torres en los barrios? ¿No
fue así cuando las mujeres obtuvieron la legalización del aborto?
Aun siendo fundamental esta respuesta al avance de las derechas, sabemos que hay personas que quieren ir más en profundidad y se interrogan acerca de si es posible ser globalmente mejores y vivir de manera potencialmente alternativa, orientados por valores que alimenten el altruismo, la solidaridad, la colaboración y la cooperación. La posibilidad de ser diferentes hoy, en alteridad profunda a los patrones impuestos por los Estados y los poderosos, es un tema crucial del que hablamos en las páginas de nuestro periódico.
Un aspecto fundamental es aprender a encontrarnos con las personas que puedan tener inquietudes similares. A lo mejor, ni siquiera sabemos buscarlas porque estamos inmersos demasiado tiempo en las pantallas, por lo que necesitamos volver a aprender a prestar atención a quienes nos rodean. Tal vez, tenemos que aprender a escucharnos y así descubrir que podemos unirnos para hacer que en los lugares cotidianos crezca la solidaridad. Pero todavía más: tal vez podemos empezar a construir nuevos ámbitos para aprender a vivir valores que nos enseñen de comunión y así ser capaces de infundirla y promoverla cotidianamente, como nos estamos proponiendo las compañeras y compañeros de Comuna Socialista.
COMITÉ DE REDACCIÓN
Comuna Socialista 80