¿“India potencia”?

Por Piero Neri

La India, con más de 1400 millones de habitantes, ya ha superado demográficamente a China. En el plano de la dimensión económica global también ha superado a Gran Bretaña, de la cual era colonia hace 75 años.
Al mismo tiempo, el régimen de Modi ha decidido “reformar” los textos escolares destinados a más de 250 millones de estudiantes removiendo distintos contenidos, entre ellos las referencias al reino islámico Mogol que dominó la India septentrional desde 1526 a 1707. Todo esto es para favorecer a los Hindutva que su régimen sostiene, un supremacismo hindú racista y violento contra todas las otras confesiones y las minorías étnico- culturales. No por casualidad, en Manipur, al norte del país, sus partidarios han atacado recientemente a las minorías indígenas y cristianas. En los enfrentamientos han muerto 60 personas.
La coincidencia temporal de estos sucesos nos hace preguntarnos sobre la actual situación del país.
Es indudable que, con su crecimiento demográfico y económico, India se ha proyectado sobre el escenario internacional y asiático con nuevas posibilidades y mayor peso que en el pasado. Pero hay incógnitas y contradicciones que los partidarios de la “India potencia” tienden a eliminar y que también arrojan luz sobre las medidas de Modi.
De hecho, además de los graves desequilibrios del tejido económico y social del país, la gran incógnita para las ambiciones de la “India potencia” es cuánto el Estado indio y sus articulaciones pueden tener unido y cohesionado (o sea, obediente) este enorme país-mundo, en vista de su extraordinaria y caótica diferenciación. Basta pensar, de hecho, en las lenguas que se hablan, expresión de su notable multiplicidad humana y cultural: la Constitución reconoce 22 oficiales, pero las que se hablan son centenares y la más difundida (el hindi) es usada por al menos el 40% de la población. Y cuando se habla de los musulmanes como una “minoría religiosa”, no se debería olvidar que se trata de cerca de 200 millones de personas. Modi puede eliminar a los mogoles de los manuales escolares, pero no puede cancelar la maravilla arquitectónica del Taj Mahal ni dos siglos de historia. Es, en resumen, difícil pretender que el Hindutva pueda unificar a la India en torno al régimen de Nueva Delhi, darle la indispensable homogeneidad y la identidad necesaria a una “India potencia” seria y durablemente proyectada en el escenario internacional. El régimen supremacista y nacionalista de Modi ha sido hasta ahora capaz de operar un giro autoritario y liberticida de la democracia india. Se ha apoyado en las corrientes más fascistoides del hinduismo y en la tradición ferozmente patriarcal y racista del sistema de castas, y ha aprovechado algunos sucesos contingentes. Pero si consideramos la realidad de la sociedad y razonamos sobre tiempos no contingentes, podemos ver –tras la retórica de la “India potencia”– las grandes contradicciones que se están acumulando en el país.

Publicado en Comuna Socialista 82