Malvinas, más allá del mito nacional / II

Por Mario Larroca

En la entrega anterior ofrecimos un sintético repaso de los aspectos históricos que, a 41 años de la guerra, consideramos más auténticos y relevantes. Nuestro interés es el de asumir y suscitar, desde el presente, algunas coordenadas alternativas a los criterios patrioteros y belicistas dominantes, en clave autoemancipatoria. En esta ocasión continuaremos la reflexión esforzándonos por rastrear algunas razones por las cuales “Malvinas” se ha venido aferrando con fuerza creciente a la matriz cultural nacional.
Para entender el apego transversal a todas las clases y sectores de la sociedad que, desde el punto de vista de la raíz humana cultural, despierta la causa Malvinas, nos parece importante subrayar algunas peculiaridades que se han combinado y que han dado lugar al tipo de sentido común nacionalista que se ha forjado en estas tierras. Para ello, resulta indispensable, desde nuestro punto de vista, interpretar algunas líneas de tendencia humanas de la época a escala planetaria y también a nivel nacional.
En la fundación del sistema democrático occidental en 1945 bajo la égida de Estados Unidos, la centralidad del factor bélico ha sido un elemento constitutivo del mismo. Para que la lógica guerrera pudiera generalizarse y funcionar como medio de amedrentamiento sobre los oprimidos, los poderosos “triunfantes” han buscado apoyarse en los más mezquinos prejuicios que anidan en sociedad, alimentando la complicidad de amplios sectores con sus fechorías. Uno de esos mitos antihumanos ha sido y es el de la “identidad nacional”. Se trata de un veneno que tiene su origen en la fragilidad de los humanos de pensarnos y actuar como lo que somos, una especie común y diferente. Y que ha dado lugar en todas partes a la imposición de criterios y lógicas de pertenencia excluyentes, entre ellas, la que clasifica a las personas de acuerdo al lugar en que nacieron.
El fervor nacionalista tiene su propia versión (no menos dañina y lacerante) en los países dependientes como Argentina. Explicarse el peso específico que han ejercido los episodios bélicos en la forja de la cultura nacional en este rincón del mundo no resulta sencillo. Pero nos animamos a hipotetizar que la omnipresencia del más reciente de aquellos –precisamente Malvinas– en la composición de la subjetividad popular es posible que esté vinculado a la ausencia de proceso revolucionario alguno en la corta historia de este país. Que no haya habido siquiera una revolución burguesa – salvo que nos traguemos el absurdo del “mayo jacobino” de 1810 o la fábula de la “revolución peronista” de los años 40 del siglo XX– ni una gesta extendida de protagonismo social libre, benéfico y transformador, representativa de una fuerza moral aglutinante con la que “naturalmente” identificarse.
¿Hasta qué punto este “clima” se ha trasladado a las culturas de izquierdas? Algunos de nuestros maestros del socialismo revolucionario han distinguido el nacionalismo de los países oprimidos de aquel que anida en las potencias opresoras. Pero esta diferenciación solo puede ser valiosa si no se la absolutiza, si no se la convierte en el factor dirimente. Esto es, si está inscripta dentro de un principio de antibelicismo radical –como ha hecho Rosa Luxemburg casi en soledad– que ponga en el centro la lucha por defender la vida contra los enemigos de la humanidad. De lo contrario, como ha ocurrido y ocurre aún hoy entre las organizaciones de izquierda, el “antiimperialismo” suele degenerar en la justificación y/o el apoyo a cualquier aventura guerrera encabezada por cualquier Junta de asesinos que busca autolegitimarse en el poder. Como en Malvinas.
Un 33% de los soldados judíos sufrió agresiones antisemitas y un porcentaje de ellos fue estaqueado por los militares en las islas durante la guerra. Decenas de mujeres civiles y profesionales de la salud fueron enviadas para asistir a los médicos y a los heridos de guerra, y fueron silenciadas y negadas de la memoria colectiva. La cantidad de suicidios entre los veteranos supera a los 649 muertos argentinos en combate. Vale la pena afrontar el dilema: ¿volver a Malvinas o volver sobre Malvinas para romper con la sumisión a la (in)cultura burguesa de la asesinabilidad?

Publicado en Comuna Socialista 81