Sobre la parábola chilena

Por Ignacio Ríos


La elección del nuevo Consejo Constitucional en Chile decretó un claro triunfo de la derecha del Partido Republicano de José Antonio Kast. En el lapso de poco más de un año, se pasó de la oferta de una Constitución que reconocía las múltiples naciones indígenas y proclamaba el carácter “ecológico” del Estado chileno, con “enfoque de género” y promesas de reforma social, a la posibilidad de que la nueva Carta Magna sea tan o más retrógrada que la original de Pinochet, que sería bueno que deje de regir la vida de millones de personas de una buena vez.
Los proyectos de la izquierda institucional chilena, hoy encabezada por el vapuleado presidente Gabriel Boric, evidentemente no estaban asentados en la realidad humana. Es que los gobernantes (de cualquier signo) son incapaces de conocer a las sociedades que dominan. Por el contrario, se quisieron tomar atajos al introducir, en el proyecto de Constitución del año pasado, categorías y nociones (por ejemplo, la “plurinacionalidad” o la de “personas gestantes”, esta última hija de la pseudo-teoría queer y desconocedora del género femenino) sin hacer cuentas con aspectos culturales sedimentados, como el racismo antiindígena o el patriarcado. Una confirmación de que la pretensión de introducir cambios sociales generales desde las estructuras del Estado, rasgo muy característico de la izquierda política, es algo iluso, siempre esconde algún grado de totalitarismo e incluso termina siendo perjudicial.
Más allá del avance de la extrema derecha en términos electorales –algo que ya se había hecho palpable en las últimas elecciones presidenciales– en esta nueva elección de constituyentes hubo nada menos que un 20% de votos nulos o en blanco. Entre otras cosas, ello se explica por el descontento que dejó en mucha gente el anterior proceso de redacción de la Constitución, marcado por negociaciones entre bambalinas de las diferentes fuerzas políticas, incluyendo al frente liderado por Boric. Además, luego del revés en el plebiscito constitucional de septiembre del año pasado, el joven presidente empezó a ceder y a traicionar más claramente las aspiraciones de sus votantes. Mientras que se aprobaron leyes que dan vía libre a las fuerzas de seguridad para la represión y se criminalizaba a inmigrantes en la frontera norte, algunas voces importantes ya habían empezado a denunciar el carácter excluyente de las nuevas tratativas por la Constitución, como es el caso de la dirigente indígena Elisa Loncon.
Tanto Boric como las fuerzas políticas tradicionales han buscado desviar el estallido social del 2019 hacia un proceso constituyente que está terminando en nada. Más allá de sus debilidades (quizás hoy puestas de manifiesto como nunca), aquellas enormes jornadas de protesta supieron expresar una amplia búsqueda de dignidad y mejora de la vida por parte de centenares de miles de personas. Esa misma capacidad de reacción será muy importante para enfrentar cualquier avance autoritario de la extrema derecha, ahora más fuerte que nunca.

Publicado en Comuna Socialista 82