Niños perdidos en la selva colombiana: la vida se hace paso

Por Ignacio Ríos
Fue por todos conocida la historia de los cuatro niños indígenas huitoto que sobrevivieron 40 días en la selva colombiana luego de que se estrellara la avioneta en la que viajaban y murieran los adultos acompañantes, incluyendo su madre. ¿Cómo fue posible esto?
Rápidamente, Lesly, de 13 años, la mayor de sus tres hermanitos (Soleiny de 9, el único varón Tien Noriel de 5 años y la pequeña Cristin de solo 1 año), se convirtió en la responsable y líder del grupo, en su pequeña guía femenina. En una selva tan densa como para bloquear parcialmente la luz solar, de copiosas lluvias y con animales peligrosos (jaguares, serpientes, pumas), Lesly levantó el ánimo de sus hermanos que habían visto morir a su madre, construyó refugios con hojas y consiguió el alimento necesario que se sumaba a la harina de yuca que había quedado en el avión. Gracias a los conocimientos ancestrales de su comunidad, transmitidos a través de abuelas y madres, supieron buscar agua potable y distinguir las plantas venenosas de los frutos y semillas aptos para ingerir, guareciéndose a veces en los troncos de los árboles. Siempre se mantuvieron en movimiento buscando vivir (también por eso fue tan difícil encontrarlos). Los celulares rápidamente se quedaron sin batería, así que terminaron siendo mucho más útiles una linterna y una cajita musical que llevaban desde Araracuara, su comunidad de origen.
Todo el trasfondo de este hecho nos habla de la defensa de la vida. El grupo de la avioneta se estaba desplazando para escapar de los grupos armados que operan en la zona y que reclutan menores de edad por la fuerza. A su vez, los cuatro niños fueron encontrados por integrantes de la Guardia Indígena, un gran colectivo de grupos civiles de autodefensa que protegen sus territorios de los narcoguerrilleros, los paramilitares de derecha, las petroleras y el ejército.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, aprovechó el encuentro de Lesly y sus hermanos para hablar bien de las Fuerzas Armadas colombianas, que contribuyeron con personal, tecnología y transporte. En realidad, esta es una historia que nos habla de los mejores recursos, no del Estado, sino de la humanidad y de sus raíces originarias, de las mujeres y de los hombres, también de los niños, que tantas veces se ponen de manifiesto para enfrentar la violencia estatal y paraestatal, pero también en casos como estos: nos referimos a la guía femenina, la capacidad de cuidado, la transmisión cultural de conocimientos y saberes y la búsqueda persistente de afirmar la vida, incluso en circunstancias imposibles.

Publicado en Comuna Socialista 83