Ucrania y más allá: guerras sin fin


Por Ignacio Ríos
Mientras escribimos este artículo, se celebran en Yeda (Arabia Saudita) unas tratativas patrocinadas por el presidente ucraniano Zelenski con el fin de trabajar en un futuro plan de paz para Ucrania. En realidad la iniciativa está condenada al fracaso, ya que Rusia no está presente en las negociaciones y las exigencias de partida está claro que resultan inaceptables para el criminal Putin. Zelenski apuesta, sobre todo, a su contraofensiva en el terreno militar con el sostén y las armas de Estados Unidos y de sus aliados occidentales. La guerra en Ucrania se encuentra en una nueva fase, pero no en una en la que esté cerca su conclusión: Rusia necesita seguir peleando para, por lo menos, defender las posiciones conquistadas, y el otro bando especula que, con el avance ucraniano y la extensión de la guerra, sigan produciéndose fisuras en el frente ruso, como la protagonizada semanas atrás por los mercenarios del Grupo Wagner. En este escenario, no hay condiciones para imaginar algún tipo de tregua o salida.
Si ampliamos la mirada, podremos observar que el mundo está repleto de guerras persistentes que se vuelven crónicas a pesar de que caigan en el olvido o no llamen tanto la atención de los medios, mucho más con una guerra en el continente europeo. Los enemigos de la humanidad incrementan su belicismo sometiendo a las poblaciones al peligro mortal. Suenan tambores de guerra alrededor de Taiwán, y el Estado de Israel aprovecha para lanzar nuevas ofensivas en Cisjordania. Podemos nombrar a Yemen, país de Medio Oriente también surcado por una guerra a su interior en el que las diversas potencias (Estados Unidos, China, Arabia Saudita, Irán y otras) juegan su partida. Y esto por no hablar de Somalia, el Cuerno de África y, en general, todo el continente africano, lacerado por la violencia bélica para que, luego, quienes escapan de ella queden librados a su suerte en las playas tunecinas debido a la inhumanidad de los gobiernos.
Los Estados siempre hicieron la guerra, pero actualmente están siendo incapaces de concluirlas y así dar lugar a regímenes opresivos más estables. La guerra, y la política que deriva de ella y a ella está sometida, están envueltas en el caos a causa de la crisis final del sistema surgido luego de la Segunda Guerra Mundial y de las sangrientas luchas que se abren entre las potencias, de lo que no saldrá nada bueno para la gente común. Es la manifestación más grande de la irresponsabilidad, la crueldad y la peligrosidad de los poderes opresivos, promotores de una dinámica bélica que se escapa a toda previsión. Por eso la posición más justa, más sensata y más urgente es declararse contra todas las guerras tomando partido por la defensa de la vida frente al caos bélico y fortaleciendo la búsqueda de la paz y de la solidaridad con los refugiados del mundo.

Publicado en Comuna Socialista 84