Siria: resurge la lucha por la dignidad

Por Giovanni Marino

¿Qué tan profundo puede ser el anhelo de libertad, la fuerza, el dolor, la rabia y la esperanza que anidan en las mentes y en los corazones? Conviene empezar por estos interrogantes y meditarlos con cuidado, sabiendo que los recursos de los que disponemos como seres humanos son un tesoro inmenso y, en gran parte, todavía inexplorado. Reflexiones vigorosamente estimuladas por las noticias que llegan de la amada y martirizada Siria.
De hecho, en el sol ardiente de agosto, en decenas de ciudades del sur del país, resonaron una vez más las palabras de la revolución de 2011¹: “somos las mujeres libres de Siria y no nos detendremos hasta alcanzar la libertad y la dignidad”, “de la plaza de la dignidad de As-Suwayda: ninguna secta ni religión podrá dividirnos. Somos el pueblo sirio, el pueblo sirio es uno solo, y no aceptaremos nada menos que la caída del régimen de Bashar al Assad”².
Estas manifestaciones surgieron de la necesidad de enfrentar las dramáticas condiciones de existencia de casi toda la población (el 90% vive por debajo de la línea de pobreza) y tuvieron como protagonistas a las mujeres, como en el pasado, y ahora también a la comunidad drusa, que en su momento se consideraba fiel al régimen de Damasco.
A sus espaldas y frente a sus ojos, más de diez años de guerra, millones de personas refugiadas, centenares de miles de muertos. Más de 130 mil “desaparecidos” en cárceles y fosas comunes, hospitales, escuelas y puentes en ruinas, el silencio, la complicidad y la indiferencia del mundo. Una guerra que jamás terminó (en Idlib) o que, estas semanas, vuelve a empezar en el noreste kurdo. Ejércitos y bandas armadas que se disputan la hegemonía (Rusia, Estados Unidos, Turquía, Irán, Israel, epígonos del ISIS). Un Estado cuya base social casi se redujo solo a traficantes de droga (de Captagon, principal fuente de corrupción y de violencia), pero cuyos representantes se reacomodan en las cancillerías y en los salones del poder.
El estupor, la admiración y la alegría inmensa por las manifestaciones de agosto no autorizan esperanzas superficiales: en Siria, la condición humana se representa en su extrema polarización y la alternativa se ubica, en términos reconocibles universalmente, entre, por un lado, una búsqueda de pacificación, convivencia y mejoramiento en común y, por otro, la barbarie de los señores de la guerra y de la opresión.


 ¹Mamadou Ly con Dario Renzi, De Egipto a Siria (2011). El principio de una revolución humana y sus antecedentes, Ruta Ediciones, 2019.
²Citado por Leila Nachawati en eldiario.es, 01/09/2023.

Publicado en Comuna Socialista 86