De quiénes se rodea Milei: ¡qué casta!

Por M.C. 

 
Luis Barrionuevo sería su Secretario de Trabajo. El prontuario que despliega como burócrata sindical, además de político corrupto y violento, es amplio y conocido. Su frase memorable “para que la Argentina salga adelante deberíamos [los políticos] dejar de robar durante dos años” deja algún interrogante acerca de las verdaderas intenciones de Milei de “sanear” el Estado.
Gerardo Martínez, actual Secretario General de la UOCRA, fue Personal Civil de Inteligencia del Batallón 601 del Ejército durante la dictadura. Un fascista peronista como tantos otros entregadores de compañeros. Se han hecho públicas sus reuniones con el candidato de LLA para asesorarlo en materia laboral. Para liquidar cualquier conquista histórica de los trabajadores es necesario conocer los posibles recursos sindicales de las y los trabajadores y Martínez lo orienta preparando el terreno para futuros privilegios personales en detrimento de sus presuntos defendidos.
Ricardo Bussi, el legislador tucumano, que fue candidato de LLA en las últimas elecciones a la gobernación de Tucumán, defendió siempre a su padre, represor de la última dictadura militar, y alguna vez se despachó diciendo que “una mujer campesina no tiene necesidad de aprender matemática en la escuela porque no la va a usar”. Su militancia activa en videos a favor de la libre portación de armas nos hace pensar en el terrible combo de amor por la violencia y desprecio por la educación que viene en la cajita feliz de Milei.
Semejantes figuras, junto al simpatizante de la Gestapo Martín Krause (¡referente en educación!) y la defensora de torturadores Victoria Villarruel (candidata a vicepresidenta), no parecerían estar tan lejos de ser parte de una casta, sectores histórica y establemente apegados al poder opresivo en función de su poder político y económico, su vinculación y/o ejercicio de la violencia y su disponibilidad a ser corruptos. Se podría decir que expresan un combo de terror y corrupción estatal que transforma a la banda de Milei en la más peligrosa de todas las castas.
Frente a estos personajes y al discurso que fomenta la desconfianza entre las personas y el individualismo, la postura antiestatalista es una completa farsa. Una población que se atomiza y pierde paulatinamente la capacidad de reconocerse desde abajo queda cada vez más a merced de una “casta” política/empresarial y entrega sus capacidades de cuidado a un Estado mucho más vigilante y policíaco.

Publicado en Comuna Socialista 86