Tipos malos y poco serios

M.C.

Veinticuatro horas después de la elec­ción de octubre, era claro que Macri no podía digerir la doble derrota: la de su coalición (JxC) y la de su candidato por adopción (Milei). Tampoco este últi­mo, que se había imaginado rugiendo vencedor y termi­nó lamiéndose las heridas.
La alianza entre ambos, con una Bullrich cual ja­món del sándwich, por más apresurada que haya sido, refleja que quieren dar res­puesta al 53% de los elec­tores que apostaron por opciones de mano dura. Un número para nada des­preciable y que de ninguna manera se imaginan divi­diendo.
Hay muchos supuestos indignados por lo espurio de este acuerdo, por la falta de “principios” y el cambio repentino en las conside­raciones recíprocas. Más allá de que la falsedad, la corrupción y el gatopardis­mo son características bien propias de la política, ¿cuá­les serían esos principios a defender? ¿Potestad sin lí­mites para reprimir al que reclama por sus derechos? ¿Más concesiones a los ri­cos –es decir, a sus amigos– a costa de los que menos tienen? ¿Conservación de los privilegios patriarcales? ¿Libre destrucción del me­dio ambiente? ¿Fronteras cerradas a la inmigración y expropiación de tierras a los indígenas?
Si se trata de estos, no cabe duda de que más allá de algún que otro berrin­che pasajero, siempre estu­vieron de acuerdo y que en todo caso las acusaciones entre ellos no eran más que una puesta en escena típica del circo electoral. Por lo tanto, sí, son poco serios y poco confiables, pero, so­bre todo tienen muy poca humanidad en el corazón, razón fundamental para rechazarlos sin dudar en el balotaje de noviembre.

Publicado en Comuna Socialista 87