Cuarto encuentro para pensar un compromiso de izquierda inspirado en el humanismo socialista
✒ Ana Gilly
En momentos como este, cuando acechan las guerras y las derechas reaccionarias crecen en el mundo, también frente al fracaso de la izquierda en identificar el peligro que se avecinaba con Milei y su banda de reaccionarios fascistoides, bien vale la pena interrogarnos juntas/os: quienes están convencidas/os de que los seres humanos pueden obrar en virtud de sus mejores características y capacidades; quienes son de izquierda, pero intuyen que es necesario superar ideas y prácticas obsoletas e irrealizables, quienes se sienten de izquierda pero no saben muy bien qué significa, y/o quienes no lo son pero tienen confianza en las personas, y entonces pueden elegir serlo. ¿Qué puede significar ser de izquierda hoy?
Defender la vida, en cada
momento y lugar. En un planeta extenuado, la batalla por la vida humana y la
batalla en defensa de la naturaleza son inseparables. Podemos aprender a (re)
conocer y a escuchar a la naturaleza que nos circunda y antecede, sintiéndonos
parte de ella y amando la vida en todas sus formas. Reeducarnos en actitudes y
estilos de vida más benéficos con el medio ambiente, también para defenderla
mejor del ataque de los Estados y la burguesía rapiñera, principales responsables
del terricidio en curso. El fracasado progreso y la maquinación empeoraron la
vida de millones de personas y que los gestionen los trabajadores no cambiará
su carácter destructor.
La humanidad está bajo ataque por el belicismo de los Estados. La barbarie de las guerras llega hasta la puerta de las casas en Gaza, Ucrania y tantos lugares de África. Pero, además, la violencia se difunde en los barrios donde vivimos, en los trabajos y lugares de estudio. Ser de izquierda puede significar elegir, cada una/o de nosotras/os, reconocernos como parte de nuestra común humanidad diferente y ser personas activas en promover la solidaridad, el encuentro y el conocimiento, construyendo redes entre las personas más sensibles y reactivas, aislando a los violentos y restándoles márgenes de acción. Significa, también, defenderse y defender a quien es agredido por la prepotencia estatal y/o que sufre agresiones fruto de la violencia social que ya está alimentando el gobierno electo. Pero atención: defenderse comienza por tener capacidad de previsión y aprender a cuidarse, pensar mejor los lugares y personas que frecuentamos, unirse y reaccionar junto a otros/as para intentar desactivar las provocaciones, ser disciplinados/as a las reglas comunes que nos damos, y sustraerse de los entornos más hostiles.
Primero, las mujeres. La salud de los ámbitos de nuestra vida y compromiso se mide en el bienestar y la libertad que gozan las mujeres, el género primero que guía la vida. Ser de izquierda puede ser empezar a reconocer y valorar esto y, para ellas, puede significar reconocer la propia fuerza como género, dedicarse a construir solidaridad y hermandad junto a otras, enfrentando al patriarcado y el resabio de sus venenos en la manera de pensar(se), sentir(se) y actuar. En definitiva, elegir ser las principales educadoras y creadoras en una nueva convivencia entre seres humanos. Para ellos, puede ser la posibilidad de (re)conocer la propia capacidad de colaborar y cooperar por el bien común, de empezar a romper de lleno con la complicidad con la violencia y la prepotencia patriarcal, de hacer cuentas con el propio machismo en virtud de ser mejores varones, experimentando una nueva libertad. La tan mentada “paridad”, a la que –desde hace no mucho tiempo– se plegaron las organizaciones de la izquierda tradicional es una falsedad antropológica y también una trampa para quienes, sensatamente, aspiran a una nueva relación entre los géneros. En las sociedades estatales disgregadas, las mujeres y los niños viven en peligro. Defender sus derechos, y unirse en una alianza de mujeres y hombres contra el machismo, es indispensable para afirmar la vida de todos.
Jóvenes, plenos protagonistas. Tomar conciencia de que la vida está llena de posibilidades, de personas por descubrir, de caminos por elegir para diseñarla junto a otros, es parte constitutiva de la formación de la propia conciencia. También lo es el mal que aqueja a millones, el bullying y la explotación, la represión estatal y la instrucción familiar. Y ese nuevo enemigo que brota de las pantallas y adormece la sentimentalidad, entorpece las relaciones y desfigura las colectividades. De hecho, para las derechas vernáculas los jóvenes son o huestes virtuales (gran parte de estas sostuvieron la campaña electoral de Milei) o grupos de “orcos” sedientos de violencia.
Las y los jóvenes de izquierda (¡por caridad!), pueden aspirar a ser y ofrecer un camino diferente a esto, descubriendo la propia fuerza ideal, la capacidad de comprender e interpretar, de amar y reflexionar, de reaccionar y de luchar, de afirmarse y crecer, de conocerse entre sí. Y así, elegir la propia personalidad y expectativas de vida, libremente y en común, aprendiendo a ser responsable de y con los de más, y ensayando un camino combativo radical.
Al lado de los trabajadores, los inmigrantes y pueblos originarios. Podemos elegir sentirnos parte de las mayorías explotadas y oprimidas, antes que nada, en virtud del amor por una vida digna para todas/os, y de la humanidad que históricamente brota de los más humildes, sobre todo en los mejores ensayos revolucionarios. En el vértice opuesto está la podredumbre deshumanizante que rebalsa de la burguesía y los gobernantes y que hoy, lamentablemente, resulta atractiva para tantas personas comunes, víctimas y victimarios a su vez. Ser de izquierda puede empezar por concebir(nos) a las/os trabajadores, inmigrantes y pueblos originarios en su entereza, lejos del desprecio y la instrumentalidad burguesa, aunque ajeno también a considerarnos meros “productores” de riquezas ajenas. Impulsar la unión entre compañeros/as contra la patronal; la cercanía con quienes vienen de otros lados del mundo, contra el nacionalismo “obrero y peronista” tan difundido. Enseñar (y aprender) que la solidaridad desde abajo, independiente de las burocracias, es el mejor recurso que tenemos para vivir mejor y defendernos de los atropellos. Apostar a que, luchando, puedan crecer las conciencias de las y los protagonistas, el conocimiento recíproco, la creatividad a la hora de inventar ámbitos propios de base, aprendiendo a sostener y respetar las decisiones compartidas.
Construir un frente único. Para pensar y actuar en defensa de la vida contra el peligro neofascista, para cuidarnos y comprometernos juntas/os, impulsando la unidad contra la derecha reaccionaria y liberticida y respetando las diferencias entre nosotros.
Ser diferentes, mejores humanos. Ser
de izquierda puede ser un compromiso teórico y práctico que permita diseñar y
elegir una vida diferente a la de la burguesía. Un compromiso que permita
reconocer y experimentar en común el mejoramiento de las mejores tensiones,
facultades e intenciones humanas. Ser de izquierda puede ser elegir ser
mejores también culturalmente y, muy a contracorriente del contexto, educarse,
leer, aprender a pensar, y desarrollar las propias vocaciones y ofrecerlas a
los demás. También, ser generosos con nuestros recursos materiales, porque así
nos enriquecemos y podemos enfrentar mejor la precariedad, tal como
experimentamos en nuestras Campañas de Autofinanciamiento anuales. Por eso
te pedimos que no dejes de ayudarnos con una donación, todavía quedan más de
dos semanas de Campaña.
También puede significar aprender a colaborar y cooperar en todos
los terrenos, en defensa del bien común y de la libertad expansiva. Ser de
izquierda, para nosotras y nosotros, significa comprometerse por la construcción
de ámbitos humanos que tiendan a la comunión, basados en valores radicalmente
alternativos a los de los poderosos, abiertos pero rigurosos, cálidos y
combativos contra los opresores de toda calaña. Para que puedan ser una opción
para tantas personas sensibles y reactivas. En este camino estamos, inspirados
en nuestra Corriente Internacional y las organizaciones hermanas, y queremos
expandirlo y compartirlo con todas y todos aquellos que elijan hacerlo.