Cuarto encuentro para pensar un compromiso de izquierda inspirado en el humanismo socialista

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Cuarto encuentro para pensar un compromiso de izquierda inspirado en el humanismo socialista


¿Qué puede significar ser de izquierda hoy?

Ana Gilly

En momentos como este, cuando acechan las gue­rras y las derechas reac­cionarias crecen en el mundo, también frente al fracaso de la izquierda en identificar el peli­gro que se avecinaba con Milei y su banda de reaccionarios fas­cistoides, bien vale la pena in­terrogarnos juntas/os: quienes están convencidas/os de que los seres humanos pueden obrar en virtud de sus mejores caracte­rísticas y capacidades; quienes son de izquierda, pero intuyen que es necesario superar ideas y prácticas obsoletas e irreali­zables, quienes se sienten de iz­quierda pero no saben muy bien qué significa, y/o quienes no lo son pero tienen confianza en las personas, y entonces pueden ele­gir serlo. ¿Qué puede significar ser de izquierda hoy?

Defender la vida, en cada momento y lugar. En un planeta extenuado, la bata­lla por la vida humana y la batalla en defensa de la na­turaleza son inseparables. Podemos aprender a (re) conocer y a escuchar a la na­turaleza que nos circunda y antecede, sintiéndonos parte de ella y amando la vida en todas sus formas. Reeducar­nos en actitudes y estilos de vida más benéficos con el me­dio ambiente, también para defenderla mejor del ataque de los Estados y la burguesía rapiñera, principales respon­sables del terricidio en curso. El fracasado progreso y la ma­quinación empeoraron la vida de millones de personas y que los gestionen los trabajado­res no cambiará su carácter destructor.

La humanidad está bajo ataque por el belicismo de los Estados. La barbarie de las guerras llega hasta la puerta de las casas en Gaza, Ucrania y tantos lugares de África. Pero, además, la violencia se difunde en los barrios don­de vivimos, en los trabajos y lugares de estudio. Ser de izquierda puede significar elegir, cada una/o de noso­tras/os, reconocernos como parte de nuestra común hu­manidad diferente y ser per­sonas activas en promover la solidaridad, el encuentro y el conocimiento, construyendo redes entre las personas más sensibles y reactivas, aislando a los violentos y restándoles márgenes de acción. Signi­fica, también, defenderse y defender a quien es agredido por la prepotencia estatal y/o que sufre agresiones fruto de la violencia social que ya está alimentando el gobierno elec­to. Pero atención: defenderse comienza por tener capaci­dad de previsión y aprender a cuidarse, pensar mejor los lu­gares y personas que frecuen­tamos, unirse y reaccionar junto a otros/as para intentar desactivar las provocaciones, ser disciplinados/as a las re­glas comunes que nos damos, y sustraerse de los entornos más hostiles.

Primero, las mujeres. La sa­lud de los ámbitos de nuestra vida y compromiso se mide en el bienestar y la libertad que gozan las mujeres, el gé­nero primero que guía la vida. Ser de izquierda puede ser empezar a reconocer y valo­rar esto y, para ellas, puede significar reconocer la propia fuerza como género, dedi­carse a construir solidaridad y hermandad junto a otras, enfrentando al patriarcado y el resabio de sus venenos en la manera de pensar(se), sen­tir(se) y actuar. En definitiva, elegir ser las principales edu­cadoras y creadoras en una nueva convivencia entre seres humanos. Para ellos, puede ser la posibilidad de (re)conocer la propia capacidad de colabo­rar y cooperar por el bien co­mún, de empezar a romper de lleno con la complicidad con la violencia y la prepotencia pa­triarcal, de hacer cuentas con el propio machismo en virtud de ser mejores varones, experi­mentando una nueva libertad. La tan mentada “paridad”, a la que –desde hace no mu­cho tiempo– se plegaron las organizaciones de la izquier­da tradicional es una falsedad antropológica y también una trampa para quienes, sensa­tamente, aspiran a una nueva relación entre los géneros. En las sociedades estatales disgre­gadas, las mujeres y los niños viven en peligro. Defender sus derechos, y unirse en una alianza de mujeres y hombres contra el machismo, es indis­pensable para afirmar la vida de todos.

Jóvenes, plenos protagonis­tas. Tomar conciencia de que la vida está llena de posibili­dades, de personas por des­cubrir, de caminos por elegir para diseñarla junto a otros, es parte constitutiva de la for­mación de la propia concien­cia. También lo es el mal que aqueja a millones, el bullying y la explotación, la represión estatal y la instrucción fami­liar. Y ese nuevo enemigo que brota de las pantallas y adormece la sentimentali­dad, entorpece las relaciones y desfigura las colectividades. De hecho, para las derechas vernáculas los jóvenes son o huestes virtuales (gran parte de estas sostuvieron la cam­paña electoral de Milei) o grupos de “orcos” sedientos de violencia.

Las y los jóvenes de izquier­da (¡por caridad!), pueden as­pirar a ser y ofrecer un camino diferente a esto, descubriendo la propia fuerza ideal, la capa­cidad de comprender e inter­pretar, de amar y reflexionar, de reaccionar y de luchar, de afirmarse y crecer, de cono­cerse entre sí. Y así, elegir la propia personalidad y expec­tativas de vida, libremente y en común, aprendiendo a ser responsable de y con los de­ más, y ensayando un camino combativo radical.

Al lado de los trabajadores, los inmigrantes y pueblos originarios. Podemos elegir sentirnos parte de las mayorías explotadas y oprimidas, antes que nada, en virtud del amor por una vida digna para todas/os, y de la humanidad que histórica­mente brota de los más humil­des, sobre todo en los mejores ensayos revolucionarios. En el vértice opuesto está la podre­dumbre deshumanizante que rebalsa de la burguesía y los go­bernantes y que hoy, lamenta­blemente, resulta atractiva para tantas personas comunes, víc­timas y victimarios a su vez. Ser de izquierda puede empezar por concebir(nos) a las/os traba­jadores, inmigrantes y pueblos originarios en su entereza, lejos del desprecio y la instrumenta­lidad burguesa, aunque ajeno también a considerarnos me­ros “productores” de riquezas ajenas. Impulsar la unión entre compañeros/as contra la patro­nal; la cercanía con quienes vie­nen de otros lados del mundo, contra el nacionalismo “obrero y peronista” tan difundido. Ense­ñar (y aprender) que la solidari­dad desde abajo, independiente de las burocracias, es el mejor recurso que tenemos para vivir mejor y defendernos de los atro­pellos. Apostar a que, luchando, puedan crecer las conciencias de las y los protagonistas, el conoci­miento recíproco, la creatividad a la hora de inventar ámbitos propios de base, aprendiendo a sostener y respetar las decisiones compartidas.

Construir un frente único. Para pensar y actuar en defen­sa de la vida contra el peligro neofascista, para cuidarnos y comprometernos juntas/os, impulsando la unidad contra la derecha reaccionaria y liber­ticida y respetando las diferen­cias entre nosotros.

Ser diferentes, mejores hu­manos. Ser de izquierda puede ser un compromiso teórico y práctico que permita diseñar y elegir una vida diferente a la de la burguesía. Un compromiso que permita reconocer y experimen­tar en común el mejoramiento de las mejores tensiones, faculta­des e intenciones humanas. Ser de izquierda puede ser elegir ser mejores también culturalmen­te y, muy a contracorriente del contexto, educarse, leer, apren­der a pensar, y desarrollar las propias vocaciones y ofrecerlas a los demás. También, ser ge­nerosos con nuestros recursos materiales, porque así nos enri­quecemos y podemos enfrentar mejor la precariedad, tal como experimentamos en nuestras Campañas de Autofinancia­miento anuales. Por eso te pedi­mos que no dejes de ayudarnos con una donación, todavía quedan más de dos semanas de Campaña.

También puede significar aprender a colaborar y cooperar en todos los terrenos, en defensa del bien común y de la libertad expansiva. Ser de izquierda, para nosotras y nosotros, significa comprometerse por la construc­ción de ámbitos humanos que tiendan a la comunión, basados en valores radicalmente alter­nativos a los de los poderosos, abiertos pero rigurosos, cálidos y combativos contra los opresores de toda calaña. Para que puedan ser una opción para tantas perso­nas sensibles y reactivas. En este camino estamos, inspirados en nuestra Corriente Internacional y las organizaciones hermanas, y queremos expandirlo y compar­tirlo con todas y todos aquellos que elijan hacerlo.